lunes, 22 de diciembre de 2008

Buenos Aires-Madrid


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Hoy fue primavera en Buenos Aires. Mañana será ya verano. Y pasado aterrizaré en Madrid, osea, en invierno. Tres estaciones del año en tres días. Y tantas despedidas y tantos reencuentros... Y tantos bultos que tengo que cargar....



Ya me tocará hacer recuento del año en otra ocasión (próximamente en Escribiendoenplata), pero ahora que me voy pienso en cuánto voy a echar de menos tantas cosas....



- Vivir en un barrio tan cuco y cómodo como San Telmo, y sus domingos...

- Ir andando a trabajar.

- Las noches en el parque comiendo helado

- Las tardes en la hamaca del patio de Lezama, o en las sillas diminutas, entre mates, cafés y puchos.

- El gato crudo

- Que los taxis sean baratos

- Las mediaslunas, el asado, los panqueques..., el Limonero.

- A las 15 personas con las que he vivido en los últimos meses, mis hermanos, aguante el espíritu Lezama!

- Viajar prácticamente cada mes a algún lugar increíble.

- Pensar en pesos argentinos.

- Ver todos los días el Río de la Plata por la ventana.

- El "¡Che, qué onda!"

- A los alemanes, franceses y norteamericanos que hablan argentino, a la tonada colombiana, cantada, a los "Qssshhheeessshhooo...".

- El tango, que suena por todas partes, y las clases de tango todos los domingos en casa.

- Los lunes en la Bomba del Tiempo.

- Y las cenas internacionales de los miércoles.

- Y los jueves de pizzería y Emiliano.

- Y acordarme de María o de Pilar al pasear por la ciudad, con una enorme sonrisa.

- Calcular cuántos días faltan para que lleguen las próximas visitas y cuándo me falta para volver a casa.

- Descubrir los rincones encantadores que esta ciudad tiene escondidos.

- Los piropos por la calle y a los chamulleros de los argentinos.

- La 9 de julio con su obelisco plantado en medio y su chalet encima de un bloque de pisos.

- La calle Corrientes, con sus librerías, sus teatros y sus cines.

- El guardar las monedas como si fueran de oro y coleccionarlas para poder tomar el colectivo.

- La Quilmes

- Que me despierten con un desayuno preparado al solecito de la terraza de Lezama, y las tertulias de Patéticas y Divinas.

- Las noches en la Plaza Dorrego.

- Disfrutar como una enana trabajando.

- Tener la misma conversación con todos los taxistas de Buenos Aires.

- Las fiestas españolas en el piso DInámico y las fiestas temáticas en Lezama.

- El reggetón y la cumbia (¿será posible?)

- Que las copas cuesten menos de cuatro euros y el tabaco menos de uno.

- A Telmo, el gato loco.

- Las comidas en la oficina.

- Encontrarme una carta en el buzón



Y taaaantas otras cosas....



Me voy pero aún me queda mucho que contar de Buenos Aires, iré soltando lastre poco a poco desde Madrid porque me quedan pendientes bastantes cosas. Pero ya no me da tiempo, de hecho ya sólo me quedan once horas para despegar... Y al pensarlo se me dibuja una sonrisa de felicidad en la cara mientras me sale una lagrimilla de pena, un lindo símbolo de este año de contrastes en este país de contrastes.

Parecía que no iba a llegar nunca pero al final ha acelerado y la última semana se me ha pasado casi sin darme cuenta, pero después de casi casi un año entero, vuelvo a casa por Navidad. Así que me voy a despedirme de la luna porteña, quién sabe hasta cuando...

viernes, 19 de diciembre de 2008

Parque Lezama
















Mi último post a la ciudad de Buenos Aires se lo voy a dedicar al parque que ha sido testigo de mis últimos meses. No es el más grande ni el más bonito de la ciudad, pero es nuestro parque y sin duda es mi preferido. Es el parque Lezama, la frontera entre tres barrios: San Telmo, La Boca y Barracas. De noche su árboles amarillos, verdes y rosas están iluminados con luces narajas y blancas de forma que es cuando se pone el sol cuando se nos viste de fiesta el parque.




En sus bancos y en su césped (pasto, aquí) he pasado horas y horas compartidas con vino, cerveza y helados, con malabaristas, circenses, teatreros, músicos y demás bohemios. Con mis compañeros de piso y amigos, con mi cámara de fotos... Lo he visto a todas las horas del día y me permito afirmar tajantemente que Lezama nunca duerme. Siempre hay alguien paseando al perro, haciendo deporte, paseando, practicando capoeira o simplemente pasando el tiempo.





Lo hemos adoptado como un miembro más de nuestra comunidad Lezama y como nuestro propio jardín. Cuando pasa la una de la madrugada y entramos en "horario de protección" a quienes tienen que madrugar en la casa, los crápulas vagos cruzamos la calle y nos tumbamos en "el piso" como si estuviéramos en el patio. Nos llevamos nuestras botellas, las sillas a veces, la batería casera y la guitarra y allí pasamos horas bajo árboles de colores.








La fauna que puebla el lugar es conocida ya, unos enanos que con doce años fuman, un polaco pesao que sieeempre viene a pedir tabaco, nuestro amigo "El Peluca", un cocinero que vive allí, a la intemperie, con sus cinco hijos...



Siempre hay además parejitas paseando su amor primaveral, viejecitos a los que el turismo y los precios han desbancado de la Plaza Dorrego, callejeros, padres que pasean a sus hijos, grupos de jóvenes que se reúnen con sus mates para superar las calurosas tardes de verano... La población va cambiando con las horas del día pero los estereotipos quedan. El análisis antropológico se lo debo a un compañero que además, pretende hacer un trabajo sobre el parque (habrña que verlo...).






Mi despedida de Buenos Aires será, por supeusto, en el parque. Empanadas y lágrimas para la última noche en esta ciudad que me ha cambiado.
PD: escuchar la Marimorena desde la piscina..., no tiene precio.


martes, 9 de diciembre de 2008

Casi una experiencia religiosa

Ayer tenía que viajar por trabajo a unos mil kilómetros de Buenos Aires, ida y vuelta en el día.

Nunca había viajado en un vuelo privado y descubrí que en los aeropuertos hay incrustado un segundo aeropuerto con todas las estructuras en miniatura que utilizan los enchufados para volar rápido y cómodamente mientras el resto de los mortales nos pudrimos haciendo colas.

También me di cuenta (con toda mi rabia) de que en estos vuelos el concepto seguridad que tantas molestias nos causa a la hora de volar, no existe. No sólo no me pidieron ni el pasaporte si no que podría haber metido allí una bomba que nadie lo hubiera notado.


Bueno pues después de eso salimos a una mini pista plagada de mini aviones, como los normales pero versión liliputiense y con cierto aire de avioneta. El nuestro parecía de papel y era tan pequeñito que ni yo cabía de pie. Con 17 plazas en total (estrechillas), los mismos pilotos lo llamaban "el pajarraco". Ya podía haber sido el águila, el cóndor, incluso el pajarito, pero el pajarraco....


Bueno la ida normal en el pajarraco, pero a la vuelta, a eso de la una de la madrugada, nos encontramos con una tormenta. Siempre me han gustado y cuando empecé a divisarla me despabilé enseguida. Encontré en mi i-pod la banda sonora perfecta para ver una tormenta nocturna desde arriba y durante un buen rato gocé de verdad viendo los rayos arrancar a nivel inferior al que estaba yo, y viendo los relámpagos desde el medio de ellos.


Pero poco a poco los lindos rayos se fueron acercando y las turbulencias se hicieron con el pajarraco. No sólo el avion se movia violentamente de arriba a abajo, si no que también se movia hacia los lados en una inclinación muy poco cómoda. Y cada vez era peor, y los rayos ya estaban tan cerca del avion que hubiera podido tocarlos extendiendo el brazo desde mi ventana. Y eso ya no era bonito, ya se borró el morbo tomentero y el encanto de las luces en la noche, dando paso a un miedo que pocas veces había sentido. Llegó un momento en que me planteé seriamente la posibilidad de que se estrellara el avion y chao pescao, y curiosamente lo que más me preocupó en un primer momento fue el kilombo que sería para mi familia tener que repatriar el cuerpo.


Pero lo peor de todo no fue el miedo ni los músculos agarrotados durante casi una hora ni la preocupación por los que dejo ni la pena de morirme y quedarme sin vivir todo lo que me queda. Lo peor fue que, cuando empecé a pensar en qué escribir en mi nota de despedida (consideré incluso donde sería mejor guardarla, en el pasaporte, en la cartera, llevarla en la mano para cuando encontraran mi cuerpo calcinado...), pues no se me ocurría nada interesante que poner. Y mira que lo pensé un rato... pero no pasaba del "que os quiero mucho que no lloreis que os quiero ver felices". Qué triste, vaya patata de periodista que no puede escribir bajo presión. Y pensaba entonces en todos aquellos que sí fueron capaces de pensar en una ingeniosa frase cuando le vieron los colmillos a la parca, os dejo algunos ejemplos. Yo, por mi parte, ya sé que, presa del pánico, ingenio poco.



Oscar Wilde -mientras sorbía champán en su lecho de muerte-, aseguró: "Muero como he vivido, por encima de mis posibilidades"

Moliere escribió antes de morir. "Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien".

Mihura apostó por el humor hasta el final, y dejó dicho antes de estirar la pata: "ya decía yo que este médico no valía mucho".

Y, por supuesto, y aunque sobre su tumba no figure, el epitafio bajo el que Groucho Marx quería criar malvas: "Perdonen que no me levante".

viernes, 5 de diciembre de 2008

Madonna en el Monumental



Como ya he dicho mi trabajo tiene muchas ventajas y una de ellas es que la manden a una a cubrir un concierto de Madonna en el estadio del River Plate. Ayer por la noche me coloqué las zapatillas en previsión de más que posibles pisotones, guardé bien mi entrada VIP y me acerqué a "la cancha" (el estadio) temerosa de todos esos fans con camisetas, fotos y tatuajes de la Ciccone que llevaban horas haciendo cola frente a las puertas.

No soy seguidora de Madonna y de hecho hoy he descubierto que en mi i-pod sólo hay una canción suya (y dicen que es un reflejo del alma) pero ¿quién no se sabe el "Like a Virgin" o el "Times go by con Loli"?. Yo sí, de hecho me sabía muchas más canciones de las que esperaba, aunque la mayoría fueran del último disco.

Pero en realidad la música era casi lo de menos en ese espectáculo plagado de pantallas gigantes que se movian por un escenario de más de 80 metros de largo, con multitud de bailarines y efectos especiales.

De todo hubo sobre ese escenario: desde un descapotable balnco hasta el metro de Nueva York con sus raperos y sus graffittis, desde estatuas humanas hasta monjes y samurais, desde cacos que bailan break-dance hasta gitanos rumanos que convirtieron "La Isla Bonita" en una auténtica fiesta Bubamara (que son unas fiestas de música folcklórica balcánica)

Aún así lo más llamativo para mí fue ella, la reina del pop dicen, una mujer de 50 años que no paró de moverse en las más de dos horas de recital, que se arrastraba por el suelo, bailaba la barra americana, saltaba a la comba, bailaba y casi hacía aerobic con una energía que más quisíeramos todos los de mi edad. Y ni una gota de sudor ni un suspiro de cansancio se le vio a la tía.

Me cae bien Madonna, le da igual lo que se diga de ella, hace lo que le gusta, sabe dar a la gente lo que quiere, vive de eso, y además lo utiliza para lo que quiere.
Por eso ayer proyectó un cruento video denunciando la estupidez de la sociedad actual, sí, muy efectista y demagogo, pero menos da una piedra, muchos no hacen ni eso. Y el caso es que las sesentamil personas que había ayer en el concierto, y las que estarán en los próximos tres, se tragaron el clip de cabo a rabo.

Y todas esas personas casi entraron en trance cuando sorprendió con el famosísimo "Don`t cry for me Argentina". No podía faltar en este país, está claro, pero en la lista de canciones que a mi me habían pasado no aparecía. Con la bandera argentina de fondo, sentada en un taburete y guitarra en mano, ella solita se merendó el tema mientras el público lo coreaba con las lágrimas a flor de piel. En serio. Hasta yo me emocioné, pero creo que fue más porque me acordé de que me quedan menos de veinte días aquí y en realidad cantaba para mí misma algo así como "Don`t cry for Argentina".

Asique sí, aunque no seais fanáticos ir a un concierto de Madonna es altamente recomendable, ahora podré contar a mis nietos que yo estuve allí.

Si aún quereis saber más sobre el concierto, pinchad aquí.