jueves, 21 de mayo de 2009

Banda sonora para un verano adolescente

Jóvenes pero sobradamente confiados. “Los monos”, que ayer presentaban su primer disco en la sala Orange de Madrid, hicieron esperar a su público más de tres cuartos de hora. Y no importó porque todos estamos ya de sobra acostumbrados a estas nocivas esperas, porque a pesar de ser su debut, arrogarse el derecho de hacer perder el tiempo a la gente parece ser una actitud de lo más rockera. Porque a quién se le va a ocurrir protestar porque unos chavales salgan mucho más tarde de lo esperado porque tenían que hacer tiempo en el camerino para poner nerviosa a la gente…

Debía ser que estaban cogiendo fuerzas porque cuando por fin salieron al escenario lo hicieron con verdaderas ganas. César Gómez se abrazó desde el primer momento al micrófono con toda la pasión del principiante ilusionado y lució una voz más que válida para los ritmos poperos que marcan las canciones.

El disco que presentaron se llama “Ardiendo” y ardiendo están estos muchachos de amor. La gran mayoría de sus letras hablan de pasiones encendidas y de melancólicas pérdidas que se disuelven en ritmos dignos del pop más actual. Podría decirse que Los Monos son unos Pereza aún verdes o unos M-Clan en ciernes, podría ser que lleguen a su nivel si evolucionan. Este debut, aún siendo muy digno para ser un primer trabajo, no alcanza el nivel y ellos lo saben. Por eso cantan en una de sus canciones “ahora que sabemos que nunca saldremos en la TV”, en la misma en que afirman que nunca les invitarán a Pachá. Curiosamente, ésta canción que parece justificar de antemano un posible fracaso musical es nueva, no está en Ardiendo, y suena mucho mejor –al menos en directo- que las anteriores. Esto demuestra que tiene potencial, que estos niños haciendo el mono pueden desarrollar un estilo propio entre los Hombres G y Los Limones, aunque aún les falta un buen trecho por recorrer. De momento ayer, en el Orange Café, ayudados por la buena acústica de la sala aunque ligeramente distorsionados, se dieron un pequeño baño de masas y salieron, seguro, reconfortados. Quienes allí fueron, amigos y conocidos, sabían a lo que iban; a escuchar pop veraniego de estribillos pegadizos y ritmos bailables.

Por ahora hacen música idónea para convertirse en la banda sonora de un verano adolescente, quizá más adelante consigan que sus canciones permanezcan más allá del otoño.

martes, 12 de mayo de 2009

Pop de luto


Un cáncer de pulmón ha apagado hoy, definitivamente, la voz de Antonio Vega. Una de las voces más características del pop español, de la música de la movida, de las canciones plagadas de sentimientos que miles de jóvenes han coreado desde los ochenta hasta ahora.

Alto, desgarbado y excesivamente delgado, con esa huella que deja en el rostro y en la mirada una vida sembrada de drogas, Antonio Vega es el artífice de "La chica de ayer", esa canción que todos nos sabemos y que hace poco fue elegida la más representativa de la movida madrileña. Pero no sólo eso, también escribió otras grandes composiciones como "Lucha de gigantes", "El sitio de mi recreo" o "Una décima de segundo".

Antes de eso, antes de formar Nacha Pop en 1978, estuvo matriculado dos años en la Escuela de Arquitectura, otros dos en Sociología y en la Escuela de Pilotos. Vamos, que no era, como dirían muchos en la época (y ahora incluso) un yonki vago y maleante. Lo primero seguramente, pero de lo demás permítanme dudar.

Vi a Antonio Vega en directo por primera vez hace ya siete años, en la Plaza Mayor, y ya entonces me pareció un joven muy viejo. No he querido poner aquí fotos de sus últimas actuaciones porque la verdad parecía un fantasma,casi un cadáver viviente. Lo sorprendente es que haya mantenido la energía con ese aspecto, y después de perder a su chica, Marga, tanto que estaba preparando un nuevo disco.

Qué pena que ya no saldrá a la luz, qué pena que ya no vayamos a volver a escuchar en directo sus canciones, su voz quebrada...
Qué pena que ahora sea él un chico de ayer...

Al enterarme esta mañana de la noticia lo primero que me ha venido a la cabeza es la muerte de Enrique Urquijo, cantante de Los Secretos, solo y demasiado drogado, en un portal de Malasaña.

Ya ven, un día cualquiera, sin saber qué hora es, se despierta uno sin saber porqué en medio de nieve, huracanes y abismos. Cuando mueren las voces que forman las bandas sonoras de nuestra vida es, en parte, como si muriera algo de nosotros mismos.

Me gusta imaginarme que ahora Antonio Vega está en el Penta (en el Penta de los ochenta, no el de hoy), con Enrique Urquijo, con Antonio Flores y muchos más que se quedaron por el camino, fumando, porque ya no le puede hacer más daño, y cantando guitarra en mano. Me da igual que canten "Pongamos que hablo de Madrid", "Te he echado de menos hoy" o "Lucha de gigantes". Todas son parte de la banda sonora de mi vida.