miércoles, 31 de octubre de 2007
Mi perrita de ojos tristes
lunes, 29 de octubre de 2007
Lo fácil que resulta encontrarse bien
Basta un día soleado, un desayuno abundante, el color del otoño tiñiendo los árboles, un poco de música, una cama blandita y una buena compañía para ser feliz.
Si uno sabe apreciar los pequeños detalles que nos hacen sonreir vivirá más y mejor. Una cerveza con un amigo cuando uno está sediento de charla, un paseo en coche por un puerto de la sierra con una enorme luna naranja alumbrando, el fuego chisporroteando en la chimenea y un buen libro entre las manos, un edredón gordito y caluroso envolviéndonos - y saber que hoy tenemos una hora de regalo para hacer el bicho bola en la cama-, un rayo de sol acariciándote la cara en pleno invierno o la brisa del mar que nos libera momentáneamete del asfixiante calor de agosto...
Una buena noticia que nos encontremos en el periódico, coincidir con un viejo amigo por la calle y comprobar que sigue igual de bien, ver fuegos artificiales, una llamada telefónica inesperada, un mensaje cariñoso en el móvil que nos arranque una sonrisa...
Abrir la puerta de casa sabiendo que los tuyos te esperan con la cena preparada, cruzar una mirada cómplice con un desconocido en el metro, poder ver las estrellas a sólo media hora de Madrid, escuchar la voz de un riachuelo que baja alegre entre las piedras, ver publicado lo que escribí ayer, redescubrir una de tus canciones favortias de hace años...
Llegar a Cibeles y que el búho te esté esperando -o mejor, que te lleven en coche de vuelta a casa-, el pelo recién lavado, saber que esta semana tiene un día de fiesta, que tu gato te despierte ronroneando en la noche para que le hagas mimos, reconocer la letra de un amigo lejano en un sobre en tu buzón, regalar algo que sabes que va a gustar, recibir un regalo sin que sea una fecha señalada, revisar las fotos de un viaje feliz...
Salir a dar una vuelta corta y regresar al día siguiente -las mejores juergas son las que no preparas-, poder pasear sin prisa por las calles de Madrid y seguir descubriendo nuevos rincones, enseñar luego esos rincones a la gente del sur, que pongan por la tele tu película preferida (aunque la tengas en vídeo), estrenar ropa, verse guap@, una ducha calentita cuando llegas a casa helado de frío, quitarse las botas y ponerse las zapatillas tras un día de esquí, el olor a hierba recién cortada, o el olor de los pueblos en otoño, un domingo más la sopa de mi abuela...
¿Más sugerencias para encontrar la tan perseguida felicidad en las pequeñas cosas que podemos apreciar de este mundo despiadado?
miércoles, 24 de octubre de 2007
cosas que hacer antes de...
Ya tuve que ir obligado a misa, ya toque en el piano "Para Elisa"
ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa.
Ya cambié de lugar mi cama, ya hice comedia ya hice drama
fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama.
Ya fui ético, y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático ya fui abúlico,
fui metódico, ya fui impúdico y fui caótico.
Ya leí Arthur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gas oil.
Ya leí a Bretón y a Moliere, ya dormí en colchon y en somier.
Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor lo que me daba placer ahora me da dolor, ya estuve al otro lado del mostrador.
Y oigo una voz que dice sin razón "Vos siempre cambiando, ya no cambiás más" y yo estoy cada vez más igual, Ya no se que hacer conmigo.
Ya me ahogué en un vaso de agua , ya planté café en Nicaragua
ya me fui a probar suerte a USA, ya jugué a la ruleta rusa.
Ya creí en los marcianos, ya fui ovo lacto vegetariano.
Sano, fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estuve hasta las manos.
Hice el curso de mitoligía pero de mi los dioses se reían.
Orfebrería lo salvé raspando y ritmología aqui la estoy aplicando.
Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegé.
Ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fuí, ya volví, ya fingí, ya mentí. Y entre tantas falsedades muchas de mis mentiras ya son verdades hice fácil adversidades, y me compliqué en las nimiedades.
...
Ya me hice un lifting me puse un piercing, fui a ver al Dream Team y no hubo feeling, me tatué al Che en una nalga, arriba de mami para que no se salga.
Ya me reí y me importó un bledo de cosas y gente que ahora me dan miedo. Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al spiedo.
Ya fui psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo ya fui alcoholico y fui lambeta, ya fui anonimo y ya hice dieta.
Ya lancé piedras y escupitajos, al lugar donde ahora trabajo y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que armé relajo.
Si se escucha con música resulta mucho más divertido e interesante, el domingo tendremos la oportunidad de verlos en el Honky Tonk, si vais no os arrepentirés, seguro.
lunes, 22 de octubre de 2007
Red de redes
miércoles, 17 de octubre de 2007
Amor am@r
miércoles, 10 de octubre de 2007
¿Qué será de mi i-Pod?
"Año 2054. Mis nietos están explorando el desván de mi casa. Descubren una carta fechada en el 2054 y un CD-ROM. (...) Mis nietos tienen una viva curiosidad por leer el CD, pero jamás han visto una salvo en las viejas películas. Aún cuando localizaran un lector de discos adecuado, ¿cómo lograrían hacer funcionar los programas necesarios para la interpretación del disco? ¿Cómo podrían leer mi anticuado documento digital? Dentro de 50 años lo único directamente legible será la carta."
Jeff Rothenberg.
Efectivamente, la tecnología que hoy nos facilita tantísimo la vida y que nos parece lo más de lo más, puede que se vuelva en nuestra contra mucho antes de lo que pensamos. De hecho, ¿cuánto tiempo lleváis sin escuchar una cinta de cassete? ¿sabéis dónde están vuestros walk-man? Dentro de poco tiempo serán piezas de museo como lo son ahora los fonografos.
Éstos son la mayoría de artilugios portátiles que he utilizado a lo largo de mi vida para ponerle una banda sonora a la vida, aunque falta alguno que perdí...
El iPod, por ejemplo, que se ha convertido en el archivador y agenda más capacitado y más útil para miles de personas, que guardan en su interior toda su música, todas sus fotos, todos sus contactos..., nos seguirá siendo útil dentro de 10 años? ¿O será un trasto más? Aunque sea la herramienta del futuro, la pregistórica versión que ahora tenemos será compatible con los ordenadores que tendremos más allá del 2020?
Asique, por lo visto, de lo verdaderamente importante, es mejor sacar una copia impresa.
¿A qué esperas para imprimirte todos mis posts?
Teorizando sobre un futuro
lunes, 8 de octubre de 2007
Era vivienda, no República
Hace ya algunos años que empecé a salir a la calle a reivindicar aquello que me parece de recibo o a protestar por algo con lo que no estoy de acuerdo. Por la LOU, la LOE, la guerra de Irak, por atentados diversos, por la República, también, y últimamente por esto de la vivienda. Y en todas (o casi todas) estas manifestaciones se colaban siempre arengas que nada tenían que ver con la reivindicación que nos ocupaba.
También les pasa a los que van a las "otras manifestaciones", que conste, debe ser un cáncer de toda la sociedad. Si el PP reivindica la familia, insulta a Zapatero. Si se echa a la calle por un atentado de ETA, insulta a Zapatero. Si..., bueno lo dejo porque esto no tiene fin.
El caso es que, aunque yo sea republicana y antipepera, si salgo a reivindicar una vivienda digna no me voy a poner a gritar contra los Borbones ni contra Esperanza Aguirre o Gallardón (más allá de su responsabilidad en el problema de la vivienda en Madrid). Si voy a una manifestación por la República no creo que tenga lugar increpar a Aznar por la guerra de Irak. Si voy a una manifestación contra esta misma guerra, no voy a recordarle a Aznar su mala política educativa.
Todo esto lo he oído, en todas las manifestaciones la gente se emociona y se pone a cantar como loca todas las rimas que se aprendió en la del sábado pasado. Suelo estar de acuerdo con la mayoría (al final siempre somos los mismos en este tipo de "fiestas callejeras") pero no me parece bien que, si se convoca por un motivo concreto, se proteste por todo.
En mi opinión, esto le quita fuerza y sentido a las reivindicaciones e incluso es posible que nuestro vecino de pancarta se sienta ofendido.
Propongo que, cada X tiempo, se convoque una manifestación "general" para que cada uno acuda allí con su pancarta y arenga particular a protestar por todo y a reivindicarlo todo. Cada uno, lo que más le apetezca. Sería un saludable ejercicio de confraternidad ciudadana en el que, tal y como somos en ese país, más de uno acabaría en comisaria y alguno que otro en el hospital.
Yo, por mi parte, reivindicaría recorridos oficiales diferentes para las manifestaciones masivas, porque la marcha Atocha-Sol y viceversa me tiene ya un poco aburrida.
martes, 2 de octubre de 2007
Leo, luego existo (II)
En realidad creo que mi afición a la lectura se fraguó antes de que aprendiera a juntar las letras, cuando mis padres me leían cuentos infantiles antes de acostarme -les abrasaba con Hansel y Gretel, por lo visto- , cuando mi padre se inventaba grandes y larguísimas aventuras para mí, o cuando escuchaba en cinta las andanzas del pobre gato Gobolino.
Después de los Bambalinos, cuando ya me leía yo solita los cuentos, llegaron Lumbánico el planeta cúbico y El verano de la sirena (cuánto bien ha hecho por la lectura el Barco de Vapor) libros que podía llegar a leer dos o tres veces seguidas de lo mucho que me gustaban. Según terminaba la última página, empezaba de nuevo con la primera. En serio.
Luego, Los dedos de Walt Disney, pude leerlo unas diez veces en un par de años y no me cansé de él, y toda la serie de Flanagan, mi verdadero héroe infantil, me ayudaron a coger la monotonía de no dormirme sin abrir un libro.
Y de pronto un verano descubrí la "literatura adulta" cuando mi padre me animó a leer La isla del tesoro. Me enganchó como muy pocos libros han conseguido engancharme y descubrí que también me gustaban los libros que no tenían tapas naranjas o rojas.
A partir de ahí, ha sido una auténtica aventura descubrir, uno tras otro, todos los libros que he leído, aunque, he de confesar, que con algunos no he podido y a pesar de mi insistencia he tenido que dejarlos a medias -Anna Karenina, te aseguro que lo intenté, pero no pude hacerme conigo-.
Pero con otros he tenido una auténtica historia de amor y he luchado con todas mis fuerzas contra el sueño por las noches para poder avanzar un par de páginas más. Como comentó ayer Bep, algunos de mis amigos, ojipláticos, se pensaban que estaba más borracha de lo que creían cuando llegábamos de marcha a la cama y me veían acomodarme entre las sábanas, dirigir la luz, y abrir el libro aunnque se me cerraran los ojos.
La verdad que soy una lectora desordenada y muy poco disciplinada, porque leo sólo por puro ocio sin intención, en principio, de enriquecerme más allá de la diversión. Pero cuando Margarita Garbisu, ah!, la mejor profesora que he tenido y tendré, tuvo la amabilidad de ordenar y contarme, de forma resumida pero muy efectiva, la historia de la literatura universal, me propuse ser una lectora seria. Elegir sólo literatura "de calidad", leer de forma ordenada por géneros, autores, épocas... Pero no he podido. Tampoco lo he intentado con demasiado empeño, la verdad... Aunque, eso sí, sigo firme en mi propuesta de leer -o al menos intentarlo- a lo largo de mi vida todos los volúmenes que ella apuntó con cariño en una larga lista dirigida a sus alumnos. La guardo como oro en paño, y espero poder hacer, dentro de muchos años, mi propia enumeración de "libros imprescindibles que hay que leer".
Leo, luego existo
Es excitante enfrentarse a la estantería de mi casa repleta de libros y ser completamente libre para elegir qué me apetece empezar a leer ahora. Aún más lo es entrar en la Casa del Libro, en Fuentetaja o en la Fnac, y tener frente a mí miles de posibilidades. Soy consciente en esos momentos de que puedo encontrar algo que me haga vibrar o elegir algún volumen que me aburra sobremanera. No es una decisión fácil, señores, a mi me resulta bastante difícil de hecho.
A esto se suma otro sentimiento de culpabilidad: hay libros que llevo años queriendo leer pero, cuando puedo elegir qué titulo empezar, nunca los elijo. Normalmente me da pereza o se me cruza por delante otro mucho más apetecible y así, aunque sé que quiero leerlos, llevo mucho tiempo detrás de Trópico de Cáncer o de El Gran Gatsby, por ejemplo, sin acabar de decidirme nunca a empezar a leerlos.
A pesar de eso soy capaz de repetir varias veces el mismo libro porque me fascine, aunque me sepa la historia de memoria porque no me canso de ella, como me ha ocurrido con La casa de los espíritus o A sangre fría. Lo malo de releer es que se pierde la sensación de aventura según enfilas las primeras páginas. Eso de vivir, de pronto, una vida nueva. Resulta emocionante conocer a los personajes, los lugares, las historias. Y lo mejor de todo es que los conoces como más te apetezca, porque el escenario y las caras de la gente las pones tú en tu cabeza! Estoy convencida de que la gente a la que no le gusta leer es porque aún no ha encontrado en su cerebro ese mecanismo por el que las letras impresas sobre una hoja de papel se convierten en una película que se proyecta en tu cerebro.
Hoy mismo, la cola de las entradas para Bruce me ha brindado la oportunidad de colarme en la Fnac, ya que me he terminado el larguísimo volumen que me ha tenido ocupada prácticamente todo el verano (aunque he de confesar que le he traicionado y me he leído otros entremedias) y lo he vuelto a hacer. Aunque en mi cuarto hay muchos libros que quiero leer, no he podido evitar comprarme Nocilla Dream y postponer, de nuevo, esas lecturas autorecomendadas.
Ya os contaré si ha merecido la pena, y seguiré con el tema porque me quedo corta.
La foto, por cierto, es de la biblioteca del Trinity College de Dublín, la biblioteca más atractiva que conozco.