Antes de venir aquí la palabra "Argentina" hacía estallar en mi mente las ideas básicas que sugiere este país, (otra) dictadura militar , dulce de leche y tango. Y sí, hay mucho de las tres cosas aquí, no son los típicos estereotipos de los que no quedan rastros en la sociedad.
De las secuelas de la dictadura hablé ya la última vez (y otras) pero sí, Buenos Aires sabe a dulce de leche y suena a tango, una música que también es un baile y de la cual es imposible escapar en esta ciudad -sobre todo si vives en uno de los barrios más tangueros del mundo-.
El tango nació, se supone, cuando miles de inmigrantes europeos, sobre todo italianos, llegaron aquí huyendo de la pobreza y la guerra -aunque algún músico trastornado intentara convencerme un día de que en realidad "vino de África, cayó por Cuba y llegó a Buenos Aires". En el puerto de esta ciudad, en lo que ahora es la Boca, se reunían los desconocidos y exiliados alrededor de tabernas y prostíbulo para arrojar sus penas al Río de la Plata con ayuda del alcohol y la música. Y por aquel entonces el tango se bailaba sólo entre hombres, entre hombres duros y curtidos, con las manos cortadas de trabajar y la mente embotada por la tristeza. Y de allí salió una de las danzas más sensuales que he visto bailar, muuuucho más allá del reggetón con el que tanto se frotan hoy en día los jóvenes porteños.
De hecho la coreografía del "dos por cuatro" parte de una cosa tan simple y tan profunda como el abrazo entre un hombre y una mujer. Y el abrazo del tango no es un abrazo cualquiera. A partir de ahí las piernas comienzan a moverse al ritmo que marca el hombre -para eso estamos en un país machista- y la pareja se sumerge en un mundo de sensaciones. Y no es un decir, quienes bailan tango de veras lo sienten, por lo que he visto debe ser algo tan intenso como un viaje de LSD y, dicen, bailar tango con la persona amada es casi mejor que hacer el amor.
La del tango es una melodía triste, melancólica, dolorosa, que se mete dentro de uno y no quiere salir hasta absorver toda la energía del alma, pero es una muy bella melodía. Decía Enrique Santos Discépolo, uno de los mayores poetas tangueros de todos los tiempos, que el tango es "un pensamiento triste que se baila" y no encuentro mejor definición. He aprendido en estos meses a escuchar esta música, apreciarla y distinguirla y he aprendido también a amarla.
El baile rioplatense -porque no podemos quitarles a los uruguayos su mérito, son igual de tangueros que los argentinos-, se baila y escucha por todas partes en Buenos Aires, sobre todo en las milongas, que son reuniones en bares o en la calle donde los aficionados se juntas y abrazan para practicar y disfrutar del tango.
Pero además hay otra modalidad de tango, la llamada "tango escenario" en la que los ya muy profesionales se atreven con las acrobacias y adornan los pasos, una modalidad realmente espectacular y muy complicada que, por cierto, hace furor entre los japoneses. Ayer fue la final del Mundial de Tango de esta modalidad y aunque fui a trabajar disfruté como una enana de los bailes.
De las secuelas de la dictadura hablé ya la última vez (y otras) pero sí, Buenos Aires sabe a dulce de leche y suena a tango, una música que también es un baile y de la cual es imposible escapar en esta ciudad -sobre todo si vives en uno de los barrios más tangueros del mundo-.
El tango nació, se supone, cuando miles de inmigrantes europeos, sobre todo italianos, llegaron aquí huyendo de la pobreza y la guerra -aunque algún músico trastornado intentara convencerme un día de que en realidad "vino de África, cayó por Cuba y llegó a Buenos Aires". En el puerto de esta ciudad, en lo que ahora es la Boca, se reunían los desconocidos y exiliados alrededor de tabernas y prostíbulo para arrojar sus penas al Río de la Plata con ayuda del alcohol y la música. Y por aquel entonces el tango se bailaba sólo entre hombres, entre hombres duros y curtidos, con las manos cortadas de trabajar y la mente embotada por la tristeza. Y de allí salió una de las danzas más sensuales que he visto bailar, muuuucho más allá del reggetón con el que tanto se frotan hoy en día los jóvenes porteños.
De hecho la coreografía del "dos por cuatro" parte de una cosa tan simple y tan profunda como el abrazo entre un hombre y una mujer. Y el abrazo del tango no es un abrazo cualquiera. A partir de ahí las piernas comienzan a moverse al ritmo que marca el hombre -para eso estamos en un país machista- y la pareja se sumerge en un mundo de sensaciones. Y no es un decir, quienes bailan tango de veras lo sienten, por lo que he visto debe ser algo tan intenso como un viaje de LSD y, dicen, bailar tango con la persona amada es casi mejor que hacer el amor.
La del tango es una melodía triste, melancólica, dolorosa, que se mete dentro de uno y no quiere salir hasta absorver toda la energía del alma, pero es una muy bella melodía. Decía Enrique Santos Discépolo, uno de los mayores poetas tangueros de todos los tiempos, que el tango es "un pensamiento triste que se baila" y no encuentro mejor definición. He aprendido en estos meses a escuchar esta música, apreciarla y distinguirla y he aprendido también a amarla.
El bandoneón es el instrumento más
característico de las orquestas de tango.
Ésta toca justo debajo de mi casa cada domingo.
Las letras de esta múscia, que por ser demasiado popular y barriobajera fue prohibida en su día por las clases altas y la Iglesia Católica, lloran en lunfardo, el argot porteño, y hablan sobre todo de partidas y desamores insuperables, de corazones rotos, de desgarros sentimentales.
Uno de los mejores cantantes de tanta desgracia e icono argentino por derecho -junto a Maradona y Evita- fue Carlos Gardel, cuya imagen aparece en el rincón más inesperado de la Capital Federal y cuya voz, por cierto, ha sido declarada por la UNESCO patrimonio de la humanidad.El baile rioplatense -porque no podemos quitarles a los uruguayos su mérito, son igual de tangueros que los argentinos-, se baila y escucha por todas partes en Buenos Aires, sobre todo en las milongas, que son reuniones en bares o en la calle donde los aficionados se juntas y abrazan para practicar y disfrutar del tango.
Pero además hay otra modalidad de tango, la llamada "tango escenario" en la que los ya muy profesionales se atreven con las acrobacias y adornan los pasos, una modalidad realmente espectacular y muy complicada que, por cierto, hace furor entre los japoneses. Ayer fue la final del Mundial de Tango de esta modalidad y aunque fui a trabajar disfruté como una enana de los bailes.
9 comentarios:
¡Qué geniales las imágenes! La verdad es que el tango de exhibición deja sin palabras pero yo me quedo con la sutilidad del abrazo en la milonga, con los viejecillos que bailan a pasitos en una plaza, con las orquestas callejeras y el dejarse llevar.
Un besoooooo gigante (gracias por acordarte de la dosis tanguera de esta orilla del río de la Plata, jejeje)
sigue tocando los domingos de san telmo ese guapetón eh!!! Dile que en breve le voy a ver.....que se saque el fular que tantoi me gusta....
besos
el tango es como la vidaaaaaaaaaaaaaaa
Sandra busca clases de tango xa la semana q viene!!!
Pues serán machistas pero no andan asesinando esposas/ex esposas como en España.
Un día ví en las noticias (Antena 3 creo) a un señor que entrevistaban con motivo del asesinato de una vecina en manos de su marido. Le preguntaron: "Pero el marido le pegaba a la mujer?" y el vecino respondió: "Hombre...le pegaba LO NORMAL"
Lo normal...
Hola, en verdad, el tango parece machista pero no lo es tanto... cuando lo bailás un tiempo te das cuenta como vos decís que es como hacer el amor... ahí ¿quién lleva a quién? si no hay una verdadera comunicación entre los dos es un bajón, nadie disfruta solo salvo que se haga una paja... el tango o lo disfrutan ambos, dejándose llevar por esa cadencia maravillosa, hechicera que tiene, o fuiste, no estás bailando tango, estás en un simulacro insoportable y frustrante que no da para nada... demasiado lleno está el mundo para que lo dirijan los autoritarios (ojo en el tango tmb los hay...), abrazarse, sentir, gozar, casi siempre sin secuelas, es mucho más de lo que se le puede pedir a una relación de pareja... eso es el tango, con todos y con ninguno, un oasis para sentirse, carpe diem!
besos desde Argentina toda, el tango no es solo porteño... es peor que la gripe A, nos ha contagiado en todos lados...
Hola, en verdad, el tango parece machista pero no lo es tanto... cuando lo bailás un tiempo te das cuenta como vos decís que es como hacer el amor... ahí ¿quién lleva a quién? si no hay una verdadera comunicación entre los dos es un bajón, nadie disfruta solo salvo que se haga una paja... el tango o lo disfrutan ambos, dejándose llevar por esa cadencia maravillosa, hechicera que tiene, o fuiste, no estás bailando tango, estás en un simulacro insoportable y frustrante que no da para nada... demasiado lleno está el mundo para que lo dirijan los autoritarios (ojo en el tango tmb los hay...), abrazarse, sentir, gozar, casi siempre sin secuelas, es mucho más de lo que se le puede pedir a una relación de pareja... eso es el tango, con todos y con ninguno, un oasis para sentirse, carpe diem!
besos desde Argentina toda, el tango no es solo porteño... es peor que la gripe A, nos ha contagiado en todos lados...
Hola, en verdad, el tango parece machista pero no lo es tanto... cuando lo bailás un tiempo te das cuenta como vos decís que es como hacer el amor... ahí ¿quién lleva a quién? si no hay una verdadera comunicación entre los dos es un bajón, nadie disfruta solo salvo que se haga una paja... el tango o lo disfrutan ambos, dejándose llevar por esa cadencia maravillosa, hechicera que tiene, o fuiste, no estás bailando tango, estás en un simulacro insoportable y frustrante que no da para nada... demasiado lleno está el mundo para que lo dirijan los autoritarios (ojo en el tango tmb los hay...), abrazarse, sentir, gozar, casi siempre sin secuelas, es mucho más de lo que se le puede pedir a una relación de pareja... eso es el tango, con todos y con ninguno, un oasis para sentirse, carpe diem!
besos desde Argentina toda, el tango no es solo porteño... es peor que la gripe A, nos ha contagiado en todos lados...
Hola, en verdad, el tango parece machista pero no lo es tanto... cuando lo bailás un tiempo te das cuenta como vos decís que es como hacer el amor... ahí ¿quién lleva a quién? si no hay una verdadera comunicación entre los dos es un bajón, nadie disfruta solo salvo que se haga una paja... el tango o lo disfrutan ambos, dejándose llevar por esa cadencia maravillosa, hechicera que tiene, o fuiste, no estás bailando tango, estás en un simulacro insoportable y frustrante que no da para nada... demasiado lleno está el mundo para que lo dirijan los autoritarios (ojo en el tango tmb los hay...), abrazarse, sentir, gozar, casi siempre sin secuelas, es mucho más de lo que se le puede pedir a una relación de pareja... eso es el tango, con todos y con ninguno, un oasis para sentirse, carpe diem!
besos desde Argentina toda, el tango no es solo porteño... es peor que la gripe A, nos ha contagiado en todos lados...
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