martes, 9 de diciembre de 2008

Casi una experiencia religiosa

Ayer tenía que viajar por trabajo a unos mil kilómetros de Buenos Aires, ida y vuelta en el día.

Nunca había viajado en un vuelo privado y descubrí que en los aeropuertos hay incrustado un segundo aeropuerto con todas las estructuras en miniatura que utilizan los enchufados para volar rápido y cómodamente mientras el resto de los mortales nos pudrimos haciendo colas.

También me di cuenta (con toda mi rabia) de que en estos vuelos el concepto seguridad que tantas molestias nos causa a la hora de volar, no existe. No sólo no me pidieron ni el pasaporte si no que podría haber metido allí una bomba que nadie lo hubiera notado.


Bueno pues después de eso salimos a una mini pista plagada de mini aviones, como los normales pero versión liliputiense y con cierto aire de avioneta. El nuestro parecía de papel y era tan pequeñito que ni yo cabía de pie. Con 17 plazas en total (estrechillas), los mismos pilotos lo llamaban "el pajarraco". Ya podía haber sido el águila, el cóndor, incluso el pajarito, pero el pajarraco....


Bueno la ida normal en el pajarraco, pero a la vuelta, a eso de la una de la madrugada, nos encontramos con una tormenta. Siempre me han gustado y cuando empecé a divisarla me despabilé enseguida. Encontré en mi i-pod la banda sonora perfecta para ver una tormenta nocturna desde arriba y durante un buen rato gocé de verdad viendo los rayos arrancar a nivel inferior al que estaba yo, y viendo los relámpagos desde el medio de ellos.


Pero poco a poco los lindos rayos se fueron acercando y las turbulencias se hicieron con el pajarraco. No sólo el avion se movia violentamente de arriba a abajo, si no que también se movia hacia los lados en una inclinación muy poco cómoda. Y cada vez era peor, y los rayos ya estaban tan cerca del avion que hubiera podido tocarlos extendiendo el brazo desde mi ventana. Y eso ya no era bonito, ya se borró el morbo tomentero y el encanto de las luces en la noche, dando paso a un miedo que pocas veces había sentido. Llegó un momento en que me planteé seriamente la posibilidad de que se estrellara el avion y chao pescao, y curiosamente lo que más me preocupó en un primer momento fue el kilombo que sería para mi familia tener que repatriar el cuerpo.


Pero lo peor de todo no fue el miedo ni los músculos agarrotados durante casi una hora ni la preocupación por los que dejo ni la pena de morirme y quedarme sin vivir todo lo que me queda. Lo peor fue que, cuando empecé a pensar en qué escribir en mi nota de despedida (consideré incluso donde sería mejor guardarla, en el pasaporte, en la cartera, llevarla en la mano para cuando encontraran mi cuerpo calcinado...), pues no se me ocurría nada interesante que poner. Y mira que lo pensé un rato... pero no pasaba del "que os quiero mucho que no lloreis que os quiero ver felices". Qué triste, vaya patata de periodista que no puede escribir bajo presión. Y pensaba entonces en todos aquellos que sí fueron capaces de pensar en una ingeniosa frase cuando le vieron los colmillos a la parca, os dejo algunos ejemplos. Yo, por mi parte, ya sé que, presa del pánico, ingenio poco.



Oscar Wilde -mientras sorbía champán en su lecho de muerte-, aseguró: "Muero como he vivido, por encima de mis posibilidades"

Moliere escribió antes de morir. "Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien".

Mihura apostó por el humor hasta el final, y dejó dicho antes de estirar la pata: "ya decía yo que este médico no valía mucho".

Y, por supuesto, y aunque sobre su tumba no figure, el epitafio bajo el que Groucho Marx quería criar malvas: "Perdonen que no me levante".

5 comentarios:

Pillary dijo...

Tía qué susto! (me encanta que la etiqueta sea "nuevas experiencias 08", jajajaj) Mira, puede ser peor: yo cuando creo que voy a morir -que me pasa de vez en cuando- empiezo a rayarme pensando "Y si tengo tiempo sólo para mandar un sms, a quién se lo mando? A Antonio, pero entonces pobre de mi madre, a mi madre, pero entonces discriminación a mi padre...Y mis hermanos?" Vamos que yo en plena tormenta al final no escribo ná. Y ya ves tú la gracia que les iba a hacer a tus padres que llevaras un papelito con un chiste del Chiquito de la Calzada o algo parecido. "Que me parta un rayorrr" Tú estás chalá!

Anónimo dijo...

Afortunadamente todo se quedó en un susto, y no pasó nada, es mucha película eso de que te pasa la vida por delante en un momento y se te ocurren frases ingeniosas para dejar a la posteridad, lo normal es que te pase lo que a ti.

DAMA DE ROSA con el susto que ha pasado la niña ¿no la das alguna pista para que adivine quién eres? mira que ya queda poco tiempo de estar allí y estamos todos en ascuas (yo por lo menos y ella también)

Sol

Anónimo dijo...

Ay mi niña creo q esta ha sido la experiencia 20068 mas fuerte! lo bueno es q ahora con la mente fria puedes pensar en la notita de despedida y asi la proxima vez ya no la tienes q pensar,jajaja.

Un besazo

MaríaT dijo...

Joer que susto, Ale!!!! A mí me suele dar miedo siempre el despegue y el aterrizaje así que no quiero ni imaginarme lo que fue lo tuyo... Buf... Espero que estés ya recuperadita en tierra y aprovechando estos días a tope.
Un besazo

Anónimo dijo...

Mira que llevaba tiempo sin pasarme por aquí...y lo que hay que leer!!joder, álex!qué macabra...!Me he acordado del viaje en taxi de Punta Cana, cuando nos dimos la mano y pensamos que ahí terminaba to...jajjajaja...
Oye que ya dentro de ná tas aquí!1un muuuaaakkkaaa gigante y perdona por haber estado ausente!!el trabajo que me tiene comííta...jajja