lunes, 22 de diciembre de 2008

Buenos Aires-Madrid


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Hoy fue primavera en Buenos Aires. Mañana será ya verano. Y pasado aterrizaré en Madrid, osea, en invierno. Tres estaciones del año en tres días. Y tantas despedidas y tantos reencuentros... Y tantos bultos que tengo que cargar....



Ya me tocará hacer recuento del año en otra ocasión (próximamente en Escribiendoenplata), pero ahora que me voy pienso en cuánto voy a echar de menos tantas cosas....



- Vivir en un barrio tan cuco y cómodo como San Telmo, y sus domingos...

- Ir andando a trabajar.

- Las noches en el parque comiendo helado

- Las tardes en la hamaca del patio de Lezama, o en las sillas diminutas, entre mates, cafés y puchos.

- El gato crudo

- Que los taxis sean baratos

- Las mediaslunas, el asado, los panqueques..., el Limonero.

- A las 15 personas con las que he vivido en los últimos meses, mis hermanos, aguante el espíritu Lezama!

- Viajar prácticamente cada mes a algún lugar increíble.

- Pensar en pesos argentinos.

- Ver todos los días el Río de la Plata por la ventana.

- El "¡Che, qué onda!"

- A los alemanes, franceses y norteamericanos que hablan argentino, a la tonada colombiana, cantada, a los "Qssshhheeessshhooo...".

- El tango, que suena por todas partes, y las clases de tango todos los domingos en casa.

- Los lunes en la Bomba del Tiempo.

- Y las cenas internacionales de los miércoles.

- Y los jueves de pizzería y Emiliano.

- Y acordarme de María o de Pilar al pasear por la ciudad, con una enorme sonrisa.

- Calcular cuántos días faltan para que lleguen las próximas visitas y cuándo me falta para volver a casa.

- Descubrir los rincones encantadores que esta ciudad tiene escondidos.

- Los piropos por la calle y a los chamulleros de los argentinos.

- La 9 de julio con su obelisco plantado en medio y su chalet encima de un bloque de pisos.

- La calle Corrientes, con sus librerías, sus teatros y sus cines.

- El guardar las monedas como si fueran de oro y coleccionarlas para poder tomar el colectivo.

- La Quilmes

- Que me despierten con un desayuno preparado al solecito de la terraza de Lezama, y las tertulias de Patéticas y Divinas.

- Las noches en la Plaza Dorrego.

- Disfrutar como una enana trabajando.

- Tener la misma conversación con todos los taxistas de Buenos Aires.

- Las fiestas españolas en el piso DInámico y las fiestas temáticas en Lezama.

- El reggetón y la cumbia (¿será posible?)

- Que las copas cuesten menos de cuatro euros y el tabaco menos de uno.

- A Telmo, el gato loco.

- Las comidas en la oficina.

- Encontrarme una carta en el buzón



Y taaaantas otras cosas....



Me voy pero aún me queda mucho que contar de Buenos Aires, iré soltando lastre poco a poco desde Madrid porque me quedan pendientes bastantes cosas. Pero ya no me da tiempo, de hecho ya sólo me quedan once horas para despegar... Y al pensarlo se me dibuja una sonrisa de felicidad en la cara mientras me sale una lagrimilla de pena, un lindo símbolo de este año de contrastes en este país de contrastes.

Parecía que no iba a llegar nunca pero al final ha acelerado y la última semana se me ha pasado casi sin darme cuenta, pero después de casi casi un año entero, vuelvo a casa por Navidad. Así que me voy a despedirme de la luna porteña, quién sabe hasta cuando...

viernes, 19 de diciembre de 2008

Parque Lezama
















Mi último post a la ciudad de Buenos Aires se lo voy a dedicar al parque que ha sido testigo de mis últimos meses. No es el más grande ni el más bonito de la ciudad, pero es nuestro parque y sin duda es mi preferido. Es el parque Lezama, la frontera entre tres barrios: San Telmo, La Boca y Barracas. De noche su árboles amarillos, verdes y rosas están iluminados con luces narajas y blancas de forma que es cuando se pone el sol cuando se nos viste de fiesta el parque.




En sus bancos y en su césped (pasto, aquí) he pasado horas y horas compartidas con vino, cerveza y helados, con malabaristas, circenses, teatreros, músicos y demás bohemios. Con mis compañeros de piso y amigos, con mi cámara de fotos... Lo he visto a todas las horas del día y me permito afirmar tajantemente que Lezama nunca duerme. Siempre hay alguien paseando al perro, haciendo deporte, paseando, practicando capoeira o simplemente pasando el tiempo.





Lo hemos adoptado como un miembro más de nuestra comunidad Lezama y como nuestro propio jardín. Cuando pasa la una de la madrugada y entramos en "horario de protección" a quienes tienen que madrugar en la casa, los crápulas vagos cruzamos la calle y nos tumbamos en "el piso" como si estuviéramos en el patio. Nos llevamos nuestras botellas, las sillas a veces, la batería casera y la guitarra y allí pasamos horas bajo árboles de colores.








La fauna que puebla el lugar es conocida ya, unos enanos que con doce años fuman, un polaco pesao que sieeempre viene a pedir tabaco, nuestro amigo "El Peluca", un cocinero que vive allí, a la intemperie, con sus cinco hijos...



Siempre hay además parejitas paseando su amor primaveral, viejecitos a los que el turismo y los precios han desbancado de la Plaza Dorrego, callejeros, padres que pasean a sus hijos, grupos de jóvenes que se reúnen con sus mates para superar las calurosas tardes de verano... La población va cambiando con las horas del día pero los estereotipos quedan. El análisis antropológico se lo debo a un compañero que además, pretende hacer un trabajo sobre el parque (habrña que verlo...).






Mi despedida de Buenos Aires será, por supeusto, en el parque. Empanadas y lágrimas para la última noche en esta ciudad que me ha cambiado.
PD: escuchar la Marimorena desde la piscina..., no tiene precio.


martes, 9 de diciembre de 2008

Casi una experiencia religiosa

Ayer tenía que viajar por trabajo a unos mil kilómetros de Buenos Aires, ida y vuelta en el día.

Nunca había viajado en un vuelo privado y descubrí que en los aeropuertos hay incrustado un segundo aeropuerto con todas las estructuras en miniatura que utilizan los enchufados para volar rápido y cómodamente mientras el resto de los mortales nos pudrimos haciendo colas.

También me di cuenta (con toda mi rabia) de que en estos vuelos el concepto seguridad que tantas molestias nos causa a la hora de volar, no existe. No sólo no me pidieron ni el pasaporte si no que podría haber metido allí una bomba que nadie lo hubiera notado.


Bueno pues después de eso salimos a una mini pista plagada de mini aviones, como los normales pero versión liliputiense y con cierto aire de avioneta. El nuestro parecía de papel y era tan pequeñito que ni yo cabía de pie. Con 17 plazas en total (estrechillas), los mismos pilotos lo llamaban "el pajarraco". Ya podía haber sido el águila, el cóndor, incluso el pajarito, pero el pajarraco....


Bueno la ida normal en el pajarraco, pero a la vuelta, a eso de la una de la madrugada, nos encontramos con una tormenta. Siempre me han gustado y cuando empecé a divisarla me despabilé enseguida. Encontré en mi i-pod la banda sonora perfecta para ver una tormenta nocturna desde arriba y durante un buen rato gocé de verdad viendo los rayos arrancar a nivel inferior al que estaba yo, y viendo los relámpagos desde el medio de ellos.


Pero poco a poco los lindos rayos se fueron acercando y las turbulencias se hicieron con el pajarraco. No sólo el avion se movia violentamente de arriba a abajo, si no que también se movia hacia los lados en una inclinación muy poco cómoda. Y cada vez era peor, y los rayos ya estaban tan cerca del avion que hubiera podido tocarlos extendiendo el brazo desde mi ventana. Y eso ya no era bonito, ya se borró el morbo tomentero y el encanto de las luces en la noche, dando paso a un miedo que pocas veces había sentido. Llegó un momento en que me planteé seriamente la posibilidad de que se estrellara el avion y chao pescao, y curiosamente lo que más me preocupó en un primer momento fue el kilombo que sería para mi familia tener que repatriar el cuerpo.


Pero lo peor de todo no fue el miedo ni los músculos agarrotados durante casi una hora ni la preocupación por los que dejo ni la pena de morirme y quedarme sin vivir todo lo que me queda. Lo peor fue que, cuando empecé a pensar en qué escribir en mi nota de despedida (consideré incluso donde sería mejor guardarla, en el pasaporte, en la cartera, llevarla en la mano para cuando encontraran mi cuerpo calcinado...), pues no se me ocurría nada interesante que poner. Y mira que lo pensé un rato... pero no pasaba del "que os quiero mucho que no lloreis que os quiero ver felices". Qué triste, vaya patata de periodista que no puede escribir bajo presión. Y pensaba entonces en todos aquellos que sí fueron capaces de pensar en una ingeniosa frase cuando le vieron los colmillos a la parca, os dejo algunos ejemplos. Yo, por mi parte, ya sé que, presa del pánico, ingenio poco.



Oscar Wilde -mientras sorbía champán en su lecho de muerte-, aseguró: "Muero como he vivido, por encima de mis posibilidades"

Moliere escribió antes de morir. "Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien".

Mihura apostó por el humor hasta el final, y dejó dicho antes de estirar la pata: "ya decía yo que este médico no valía mucho".

Y, por supuesto, y aunque sobre su tumba no figure, el epitafio bajo el que Groucho Marx quería criar malvas: "Perdonen que no me levante".

viernes, 5 de diciembre de 2008

Madonna en el Monumental



Como ya he dicho mi trabajo tiene muchas ventajas y una de ellas es que la manden a una a cubrir un concierto de Madonna en el estadio del River Plate. Ayer por la noche me coloqué las zapatillas en previsión de más que posibles pisotones, guardé bien mi entrada VIP y me acerqué a "la cancha" (el estadio) temerosa de todos esos fans con camisetas, fotos y tatuajes de la Ciccone que llevaban horas haciendo cola frente a las puertas.

No soy seguidora de Madonna y de hecho hoy he descubierto que en mi i-pod sólo hay una canción suya (y dicen que es un reflejo del alma) pero ¿quién no se sabe el "Like a Virgin" o el "Times go by con Loli"?. Yo sí, de hecho me sabía muchas más canciones de las que esperaba, aunque la mayoría fueran del último disco.

Pero en realidad la música era casi lo de menos en ese espectáculo plagado de pantallas gigantes que se movian por un escenario de más de 80 metros de largo, con multitud de bailarines y efectos especiales.

De todo hubo sobre ese escenario: desde un descapotable balnco hasta el metro de Nueva York con sus raperos y sus graffittis, desde estatuas humanas hasta monjes y samurais, desde cacos que bailan break-dance hasta gitanos rumanos que convirtieron "La Isla Bonita" en una auténtica fiesta Bubamara (que son unas fiestas de música folcklórica balcánica)

Aún así lo más llamativo para mí fue ella, la reina del pop dicen, una mujer de 50 años que no paró de moverse en las más de dos horas de recital, que se arrastraba por el suelo, bailaba la barra americana, saltaba a la comba, bailaba y casi hacía aerobic con una energía que más quisíeramos todos los de mi edad. Y ni una gota de sudor ni un suspiro de cansancio se le vio a la tía.

Me cae bien Madonna, le da igual lo que se diga de ella, hace lo que le gusta, sabe dar a la gente lo que quiere, vive de eso, y además lo utiliza para lo que quiere.
Por eso ayer proyectó un cruento video denunciando la estupidez de la sociedad actual, sí, muy efectista y demagogo, pero menos da una piedra, muchos no hacen ni eso. Y el caso es que las sesentamil personas que había ayer en el concierto, y las que estarán en los próximos tres, se tragaron el clip de cabo a rabo.

Y todas esas personas casi entraron en trance cuando sorprendió con el famosísimo "Don`t cry for me Argentina". No podía faltar en este país, está claro, pero en la lista de canciones que a mi me habían pasado no aparecía. Con la bandera argentina de fondo, sentada en un taburete y guitarra en mano, ella solita se merendó el tema mientras el público lo coreaba con las lágrimas a flor de piel. En serio. Hasta yo me emocioné, pero creo que fue más porque me acordé de que me quedan menos de veinte días aquí y en realidad cantaba para mí misma algo así como "Don`t cry for Argentina".

Asique sí, aunque no seais fanáticos ir a un concierto de Madonna es altamente recomendable, ahora podré contar a mis nietos que yo estuve allí.

Si aún quereis saber más sobre el concierto, pinchad aquí.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Teatro de los ciegos

Todos sabíamos que ibamos a "ver" una obra de teatro que transcurría completamente a oscuras menos Rossetti, que se ansió con la falta de luz y al darse cuenta de que no sería capaz de ver nada hasta volver a salir a la calle casi le da algo y quiso salir, aunque luego aguantó como un campeón.
Lo que no sabíamos ninguno era que realmente nos ibamos a sentir dentro del teatro, más que si estuvieramos viendo una obra tradicional. Esto del teatro hecho por (y para) ciegos consiste básicamente en trasladar al público a través de sonidos, olores y sensaciones allá donde normalmente lo traslada el decorado sobre el escenario.
En una oscuridad absoluta contra la que no se podía luchar los que estábamos allí estuvimos en realida en una oficina con olor a café recién hecho y ruido de máquinas de escribir; estuvimos en una tormenta en el mar luchando contra un tiburón mientras nos mojaba la lluvia; estuvimos en una apacible playa caribeña disfrutando de la brisa marítima y en una selva oriental al salir de un fumadero de opio. Todos esos lugares y las historias que nos llevaron a ellos los vivimos más intensamente que en ningún otro teatro porque al apagarse el sentido de la vista el resto de los sentidos se ponen en alerta y la percepción es mucho más intensa.

Cuando encendieron las luces, no podíamos creer que no estuviera allí la oficina, ni la playa, ni la selva ni la laguna ni la barquita en que habíamos naufragado, tan sólo había siete personas discretamente vestidas de negro que saludaban sonrientes, satisfechos de la sorpresa que todos nos habíamos llevado.

Asique si alguna vez tropezais con una obra de teatro para ciegos es altamente recomendable, una experiencia que te hace recordar que en este mundo gobernado por las pantallas digitales hay otros cuatro sentidos más allá de nuestra vista que nos pueden aportar mucha más información sobre lo que nos rodea, y seguramente menos engañosa que la vista. Desde entonces he descubierto qué buen ejercicio es hacer algunas cosas con los ojos cerrados prestando atención al resto de las señales, probadlo (con prudencia, no al cruzar la calle) y vereis.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Santa Fe

Pues a pesar de lo mal que me lo habian pintado Santa Fe no es nada feo, de hecho es una ciudad muy agradable y en la casa de Bea, donde me han acogido muy amablemente, se vive ,muy agusto, hasta me traen el desayuno a la cama. El viernes nada mas llegar pude disfrutar de una enoorme fiesta con cerca de cien personas y aunque el sabado nos llovio ayer domingo nos dio tiempo a ver toda la ciudad. Hoy nos toca Parana y vuelta a Baires... aunque he de confesar que me da perezilla dejar esta ciudad playra y a los habitantes de esta mansion.

Disculpen las tildes inexistentes pero escribo desde un teclado frances...

PD: Dama de Rosa, creo que me debes un desvelo de identidad... no se me ha olvidado

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Tu no estabas allí


¿Qué pasa cuando alguien vive o siente algo que sabe que nunca podrá explicar? Como la gente que sufrió en los campos de concentración, por mucho que nos lo cuenten nadie podrá empatizar con sensaciones tan desconocidas para el común de los mortales. Como quien descubrió otros paises, tumbas olvidadas, nuevas especies animales, medicinas milagrosas... Como una mujer cuando da a luz y la visitan sus amigas sin hijos. Qué pena saber que esa emoción tan grande no podrá ser compartida con quienes nos quieren. Porque cuando uno vuelve de un viaje (no hace falta salir de casa, aunque ayuda), por mucho que lo cuente, enseñe el video o las fotos, los que lo reciben no saben cómo se ha sentido y no podrán comprenderle. Como esas anécdotas que nos provocan carcajadas y al que se lo cuentas ni media sonrisa (lo típico de "si lo hubieras visto te haría más gracia"). Como yo cuando le contaba a todo el mundo lo increible que fue mi viaje de Ecuador y realmente sólo me comprendían quienes vinieron conmigo. Como los cinco días en Caños de Meca que nos cambiaron a Laura, a Ana y a mí y que las demás no llegaron a comprender.

¿Cuántas veces hemos escuchado a los participantes en hechos históricos el famoso "el que no lo vivió no sabe lo que fue"? Y es verdad.


Me ha recordado esta noche una italiana muy especial que el ser humano vive para compartir, es social por naturaleza y disfruta en la empatía. Y he pensado yo que ahora entiendo a la gente que al volver de un largo viaje sólo cuenta que "muy bien". ¿Y qué tal? cuéntanos!". "Pues nada bien, muy bonito todo, he conocido a mucha gente...". Y yo pensaba antes, pero qué sosos, anda que no tendrán cosas que contar... Pero ahora entiendo que su mirada perdida no significaba ni mucho menos que su experiencia careciera de interés, si no que no encontraban las palabras que pudieran definirla o ni siquiera les apetecía. Debe dar pereza empezar a contar algo que se sabe que no se recibirá como uno pretende desde el principio, como si te pones a contarle un cuento a un chino, pues va a ser que no.


Esto es algo completamente natural y normal, lo sé, pero es bastante nuevo para mí que me he movido siempre en un grupo más o menos reducido de familia y amigos, un grupo que este año ha sido ajeno a mí y que el año que viene me tendrá que escuchar con santa paciencia contando tooodo lo que he experimentado aquí pensando que qué pesada soy y que no es para tanto.


Por eso cuando uno se reencuentra con quienes fueron compañeros de viaje se emociona tanto hablando de aquello y, en cierta forma, vuelve a estar allí. Por eso nos aburrimos tanto cuando estamos con un grupo ajeno que habla de sus correrías si no hemos estado presentes, aunque ellos lo cuenten emocionados. Como las típicas reuniones de viejos amigos en las que los correspondientes novios o novias se mueren del asco escuchando batallitas mientras su pareja no para de hablar y reir.


En realidad, no sé a vosotros, pero a mí me gusta que se me cuenten las cosas que uno considera importantes, que aunque yo no pueda comprender ciertas sensaciones quienes las sienten quieran compartirlas conmigo y acercarme un poco a ellas. En realidad es lindo hacer partícipe a los demás, algo así como cuando mi amigo ciego me preguntaba como era un árbol. Yo sabía que nunca podría verlo y yo no podía hacer que lo viera, pero estaba bien llevarle hasta uno, hacer que lo tocase, y explicarle la forma de las ramas y las hojas.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Sólo he pasado aquí tres días y ni siquiera completos pero ya tengo la sensación de llevar toda una vida. Cubrir (periodísticamente hablando) un festival de cine era algo nuevo para mí el jueves y ahora ya una experiencia vivida, con buen balance.

Veamos, mis últimos tres días han consistido básicamente en ir al cine, no está mal no? Aunque confieso que cinco películas en un día acaba resultando agotador..., sobre todo si después tienes que engancharte a la pantalla del ordenador a editar un vídeo o escribir una crónica, tengo los ojos que me hacen chirivitas!!! Al final uno acaba mezclando conceptos y empareja al protagonista de la primera peli de la mañana con la protagonista del drama de la tarde y se acaba creyendo que el asesino de la cinta del mediodía era el secundario de la de por la noche...

Aquí en Mar del Plata (ciudad costera unos 40o kilómetros al sur de Buenos Aires) he tenido además la oportunidad de ver a Tommy Lee Jones y hablar con Eduardo Blanco (de nombre no pero de cara seguro que le conocéis, el actor argentino que siempre sale en las pelis de Campanella con Ricardo Darín); de conocer más sobre las vidas de Borges y de Diego Rivera, de pisar la playa descalza por primera vez en un año y de visitar las instalaciones de la final de la Copa Davis, entre otras cosas.

También me he aburrido sola prácticamente todo el día de peli en peli (después de estar viviendo con 15 personas se hace muy raro pasar muchas horas sola) y he dado alguna cabezadita en las butacas, lo confieso, pero eso es sólo anecdótico.

El Festival de Cine de Mar del Plata no está mal para conocerlo pero supongo que si los grandes festivales siguen el esquema debe ser mucho mejor: proyección de películas y cortos a todas horas, encuentros con actores y directores, clases magistrales, debates, charlas... Me apunto cuando haga falta a trabajar así, aunque haya que echar todo el día. Sean bienvenidos, festivales.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Nuevo rumbo

¿La noche en que cambió -un poquito- el rumbo? Esperemos que sí, que la de ayer quede como la noche en que el primer negro ganó la presidencia del imperio del siglo XX (y XXI?) y la noche en que comenzó una nueva era, de la mano de una crisis que abatió definitivamente al capitalismo. Jajaja.., vale, me he pasado...

Pues esa noche histórica yo la viví en un noviembre atorrante de Buenos Aires, colgada de un ordenador que rodeabamos todos los de mi casa cuando escapábamos de una enérgica discusión sobre democracia sí o no y sistemas políticos y corruptos, pendientes de los estados que se coloreaban de rojo o azul.
No todo el mundo fue capaz de aguantar hasta las cinco de la mañana que habló el presidente electo, pero los pocos que quedamos lo celebramos con una botella de vino especial que estaba reservada para grandes ocasiones.

Un proceso personal de elecciones se debatía en mi mente en paralelo a los resultados que iban cayendo como las gotas de lluvia cuando empieza a chispear, y quiso la suerte que mi nueva visión mísitca del mundo relacionara el cambio en Estados Unidos con un cambio interior del que no sé si habrá vuelta atrás.

Quizá lo de Obama fue sólo una buena excusa que encontré para justificarme a mí misma que el camino es el correcto, quizá Obama no sea otro más del montón que promete mucho y luego no cambia nada, quizá cuando nos demos cuenta de eso yo caiga en que el camino que he escogido no fue el correcto.

Pero hay que arriesgar, tengo esperanzas en un pequeño cambio en el mundo de la mano de este mulato con cara simpática, tengo esperanzas y apuesto por mí y mis aciertos y equivocaciones en el camino de la vida.

Se adivinaba ya el alba en Buenos Aires cuando gran parte del mundo despertaba en el primer día de esta nueva era global y personal, y cuando nos despedíamos cantando el "sí es posible" de mis compañeros americanos de piso. Dicen que ayer, por primera vez en su vida, cantaron con orgullo el himno de su país. Yo me acosté también orgullosa de este nuevo rumbo pero temerosa de sus consecuencias. El tiempo dirá, es extraño que ahora mi destino esté ligado al de un país que hasta ayer prácticamente odiaba...

domingo, 2 de noviembre de 2008

Así se vive en una comuna hippie

Siempre había querido vivir en una comuna hippie y esto se parece bastante... Siempre hay alguien en la casa dispuesto a sentarse un rato a perder el tiempo, uno nunca sabe cómo puede terminar la noche y el día se pasa entre músicas mezcladas, cafés y vinos compartidos, del salón a la terraza y vuelta. Por eso no actualizo el blog..., mucho trabajo y en casa pocas ganas de ponerme delante del ordenador... Ahora nos ha dado por salir por las noches al parque que tenemos justo enfrente con la guitarra a ensayar el Hit de la casa, "Gato Crudo". Y allí, en el parque, nos encontramos el otro día a nuestra nueva mascota, Telmo (o Crudo, según a quién preguntes).





Tengo particular predilección por mi vecino de habitación, Jose, que cada vez que puede me despierta con un suculento desayuno preparado en la terraza..., gracias Joseeee!!!


Y encima vivimos en una casa de lujo, con todas las comodidades necesarias para una vida hippie en condiciones:


La cocina es una gran cocina... el horno tiene varios niveles de intensidad, o se quema o la comida o no se cocina, eso si has conseguido encenderlo y mantenerlo cerrado, porque la puerta es caprichosa y se cae atacando al que pase por su lado. En esta casa uno potencia su creatividad sobre todo para reemplazar las cosas que faltan (abrir botellas sin sacacorchos, plancahr sin plancha, hacer funcionar una licuadora a base de trozos de cartón o comer 15 personas en 8 platos), o para buscar lugar en la única nevera que tenemos para 15 personas. El reloj del salón da la hora que a uno le apetezca porque está parado, asique los horarios aquí son caprichosos. El otro día eran las seis de la tarde y Edu desayunaba su mate mientras Silvana comía, yo me tomaba la merienda y las dos alemanas cenaban.

Además tenemos un circuito de aire acondicionado de lo más sofisticado, dos de las ventanas del salón no tienen cristal (una tiene una tela y la otra una bolsa de basura, muy fácil para regular el aire que queremos que entre). Siempre hace fresquito aquí dentro, algo muy de agradecer ya en esta estación del año.

Tenemos un agradable hilo musical que consiste en la mezcla de las melodías del gato del vecino que no para de maullar desesperado por las noches, las múltiples músicas de todo el mundo que salen de las habitaciones, el relajante sonido del agua cayendo en el salón (porque la bomba de agua está rota) y los estruendosos colectivos porteños pasando por la calle. El silencio aquí prácticamente no existe.

La decoración es exquisita, encima de la puerta del salón hay un guante roñoso que evita el enorme ruido que hace al cerrarse sola y la lámpara está hecha con cuerpos de muñecos , dulces angelitos que dan la bienvenida a este ambiente tétrico. Además ahora queda como recuerdo de una fiesta un dibujo del comecocos y sus fantasmitas en la puerta del salón.


Lo mejor de la casa son las luces, como de puticlub, son rojas, azules, verdes y amarillas, de modo que siempre hay aire festivo aquí pero poco foco para leer.


Pero en realidad todo esto no nos importa demasiado y gracias al buen humor nos echamos unas risas a costa de las imperfecciones domésticas. Así somos los hippies, buen rollo!!!

domingo, 19 de octubre de 2008

Lezama








Dejé el Dinámico por una vida disntinta, no sé si mejor pero seguro más movida. No puede ser de otra forma viviendo con catorce personas de siete nacionalidades diferentese, todas con ganas de pasarlo bien. Tuve la desgracia o fortuna de llegar el jueves, el día que empieza la fiesta en nuestra comunidad y llevo tres noches acostándome de día. Aquí jugar al fútbol en el patio (debajo de mi ventana) a las nueve de la mañana como fin de fiesta, después de dar un concierto y llamar unas tres veces al delivery (diez botellas por vez) es la tónica cotidiana.




Ayer cociné para todos, como siete litros de gazpacho y cuatro tortillas de patatas, menos mal que los chicos son solícitos y les tuve toda la tarde pelando y cortando patatas y cebollas, si no habríamos cenado a las tres de la mañana.












La casa es una antigua guardería reformada, con dos pisos en los que se reparten nueve habitaciones y cuatro baños, un salón enorme, la cocina y una lavadero, una terracita y una mini biblioteca. Aún le queda mucho por andar porque sólo lleva un par de meses abierta pero va bien, no es fácil administrarse quince personas con vidas, horarios y costumbres distintas pero hay talante y voluntad por parte de todos, y más allá de convivir vamos camino de convertirnos en una gran familia.




Ésta es la ventana de mi cuarto, que da a una terracita en la que por la mañana da un solete ideal para acompañar el café y las tostadas; y ésta es mi habitación por dentro.






lunes, 13 de octubre de 2008

Mafalda




Una de las mejores creaciones argentinas, en mi opinión, es un cómic en principio inofensivo pero altamente dañino para quienes no quieren ver sus conciencias sacudidas con el entretenimiento (ese tipo de gente que rechaza el cine o la literatura "comprometidas" porque ya tienen suficientes problemas como para crearse más cuando quieren relajarse). Pero lo mejor de este cómic es que fluye sobre el humor y la ingenuidad infantiles tan suavemente que uno no puede hacer otra cosa que reírse de lo mal que está el mundo.

Las viñetas de Mafalda, que son argentinas pero hablan de lo divino y de lo humano tan universalmente que podrían ser prácticamente de cualquier parte del mundo, deberían ser obligatorias en el colegio para aprender a pensar. Es (o fué, o siempre será) una niña de familia porteña de clase media que vive en San Telmo -a dos manzanas de mi casa-, odia la sopa, y es la autora de una de las frases a las que más recurro cuando me supera la humanidad (lo cual ocurre, francamente, con demasiada frecuencia): "Paren el mundo, quiero bajarme!".
Un tiernísimo dibujo que tiene vida y se plantea todo desde la ingenuidad infantil pero con una capacidad de análisis y una lógica que si fuera adoptada por quienes dirigen el mundo todo iría mucho mejor. Una enana que quiere ser interprete de la ONU para poder acabar con los conflictos mundiales y adora a los Beatles.


El dibujante argentino Quino concibió a Mafalda para promocionar una cadena de electrodomésticos y aunque esa publicidad nunca llegó a ver la luz le dio la oportunidad de crear un personaje que desde entonces viviría en varios periódicos argentinos, saltaría a publicaciones de todo el mundo y sería editada y reeditada a lo largo de los años. De hecho, "Todo Mafalda", el libro de más de dos kilos que reúnes todas sus viñetas, se agota automáticamente con cada nueva edición. Una niña que ha encandilado a varias generaciones y aún no ha dejado de ser actual a pesar de pertenecer realmente a las décadas de los 60 y 70. Una nena, como dicen aquí, que consiguió que hasta Julio Cortázar dijera que "no tiene importacia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí".


Una pequeña curiosa e irreverente que trae a su padre de cabeza (siempre le deja por los suelos con sus ocurrencias) y hace que los adultos más empingorotados se sonrían con sus tiras. Una boludita a la que se le ocurren frases dignas de grandes filósofos: "¿No sería mas progresista preguntar donde vamos a seguir, en vez de dónde vamos a parar?"; "El mundo esta malo, le duele el Asia."



Una niña que tiene mucho que enseñarnos a todos con buen humor y sarcasmo, un personaje ficticio tan tierno y real que ojalá estuviera vivo y no fuera intérprete de la ONU, si no jefa de Estado. Égoístamente preferiría que fuera una niña que viviera en San Telmo a quien pudiera encontrarme por la calle para que me diera cada día una buena lección de vida y un motivo para sonreirme. Suerte que Quino escribió muuuchas tiras y viñetas de Mafalda y que aunque uno se las sepa no dejan de hacer gracia.



lunes, 6 de octubre de 2008

La última



La última maleta ajena que arrastro al empedrado santelmero, las últimas lágrimillas que echo abrazada a quienes se han venido desde casa a hacerme una visitilla, la última vez que vuelvo a mi cuarto y lo encuentro estúpidamente vacío y triste. En esta ocasión más que nunca, después de un mes compartiéndolo con cuatro o cinco personas más...

Acaba un mes exacto en el que no he parado quieta, en el que he viajado y he vuelto a mostrar Buenos Aires cual guía turística, en el que he disfrutado de nuevo de la compañía de quienes bien me quieren (y a quienes bien quiero). Otra vez me toca dar las gracias, esta vez a los socers genuinos, Sara, Elisa y Andrea, Rober y Fer, por quedarse en la ruina por cruzarse el charco, por todo lo que me han hecho reir, por acompañarme y animarme todos estos días, por ser tan agradecidos!! Da gusto enseñar el pequeño mundo de uno a "extranjeros" y que todo lo que oigas sea "me encanta", "joé qué chulo", "cómo mola", "me lo he pasado genial"... Pues me alegro de que os haya gustado tanto Argentina y mi vida porteña, me alegro de haber podido compartirla con vosotros y me alegro de haberme convertido yo también en una socer. Ya no queda nada para repetir, de la Plaza Dorrego a la Latina (con esos gorros palermitanos que harán furor allí), las risas y los abrazos. ¡¡Sois grandes!!



lunes, 29 de septiembre de 2008

El final..., del viaje..., llegó...

Por esta vez me he librado de bajar maletas al empedrado santelmero de la calle Defensa en busca de un taxi que se lleve a mis visitantes al aeropuerto y los saque otra vez de mi vida cotidiana, pero no me he librado de la pena ni de las lágrimas a pesar de que no me quedo sola.





Tras casi un mes de vuelta con Ana y Alberto, en el que también he convivido con Bea y Cris (aunque ellas están, cada una a su manera, a un nivel distinto), otra vez les pierdo de vista y me toca rehacerme sin su presencia y acordarme de quién soy sin que ellos se ocupen de eso.
Porque aunque no nos demos cuenta no es lo mismo estar que estar con la gente que te conoce y te quiere bien, porque con su llegada he recuperado abrazos y miradas cómplices, un sentido del humor que quizá sólo a nosotros nos haga gracia, santa paciencia para soportarnos los unos a los otros tanto tiempo y santas ganas de estar todo el día haciendo cosas juntos. La sensación de saber que no me hace falta hablar porque sólo con miraros ya sabemos lo que estamos pensando. Será eso que llaman amistad...




Ya les he enseñado casi todos los lugares en los que, cada vez que iba, pensaba: "cuando vengan estos..." y junto a ellos he conocido un poco más de Argentina. Dos viajes, Salta y Península Valdés, dos pandillas diferentes pero nosotros tres juntos, dos experiencias inolvidables junto a vosotros, dos lugares en los que he sido muy feliz.


Gracias, Ana, gracias, Alber, por haceros amigos el uno del otro, para mi eso es un regalo. Y por veniros hasta aquí a verme, a pasar mi cumpleaños conmigo, por vuestros otros regalos, por sacarme de esta ciudad loca que absorbe un poco, por

reiros de mí conmigo y de Pampa sin mí, por compartir un pedazo de esta ¿nueva? vida que llevo aquí, por seguir queriéndome a pesar de calar el coche en medio de la autopista y a pesar de mis zapatillas, por hacerme reir taaantooo..., por esa noche sobre la playa, bajo las estrellas y frente a las ballenas, por todas las noches, por convertiros en unos auténticos socers, de los buenos, por el desayuno de hoy, tres docenas de medias lunas para despediros en condiciones, por ser como sois y formar parte de mi vida, tanto que esta mañana he llegado llorando al trabajo de la pena que me ha dado despedirme de vosotros.






Más y mejor... Costa Rica 2009.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Península Valdés, el lugar donde nacen las ballenas

En Península Valdés, además de paisajes preciosos y aguas turquesas, uno puede disfrutar de animales de los que no se ven todos los días, de hecho la mayoría de nosotros los veíamos por primera vez: ballenas, lobos y eefantes marinos, pingüinos a montones, armadillos y guanacos han sido estos días nuestros acompañantes a través de un nirvana con la naturaleza aderezado con el cielo más estrellado que yo he visto nunca y el sonido de las ballenas de fondo en el mar.


La ballena que viene aquí para criar a sus ballenitas es la ballena franca austral, y las hemos visto a escasos metros de nosotros sin separarse de sus ballenatos, nadando alrededor de nuestro barco, y la hemos escuchado -bueno, sólo Alberto y yo- aleteando por la noche haciendo tanto ruido que no sabíamos si serían las ballenas cerca de la playa o las fiestas del pueblo de al lado. Lo que veis sobre su cabeza son callosidades naturales que se les forman, sobre todo, por los picotazos de gaviota, uno do los mayores peligros que afecta a esta especie de ballenas.

En las playas que rodean la península se pueden encontrar además lobos y elefantes marinos, que básicamente se dedican a tomar el sol, reproducirse y de vez en cuando dar de comer a sus crías, una vida bastante placentera la verdad al menos en esta época del año. Allí nos quedábamos los nueve embobados mirando a estas bestias que pesan toneladas y tardaban más de un minuto en movilizar su grasiento cuerpo para darse la vuelta, y a las tiernísimas crías dando grititos para que su madre las diera un poco de leche, una monada!!






Y un poco más allá de ballenas, lobos y elefantes marinos, miles de pingüinos magallánicos que llegan desde Brasil para aparearse (con la misma pareja de toda la vida) y tener a sus crías en este lugar donde estábamos a unos veinte grados y por donde paseaban ovejas al lado de los pájaros bobos. Son cachondísimos estos bichos, andan bamboleándose de un lado a otro y cuando te acercas te analizan girando la cara casi 180 grados sobre su cuello, que parece que te están preguntando algo. Pero ojo, que el pico es muy duro y hace daño, yo me salvé por los pelos de un mordisco cuando estaba tocando a uno y vimos una pelea entre dos en la que uno salió bastante mal parado, ensangrentado y con media ala-aleta rota el pobre... Para completar el marco, las orcas rondando en una playa paradisíaca digna del Caribe.



















Y ¿qué más podría pedirle a este viaje? Buena compañía. Pues de eso no ha faltado, tenía conmigo a Ana y Alberto, a Cris, a mi querida sister y a sus amigos, que también son los míos, Elisa, Andrea, Fernando y Roberto, un grupo hetereogéneo que ha congeniado a las mil maravillas y ha dado pie a muchas, muchas risas. Sólo nos faltaba la pobre Bea..., en Santa Fe estudiando, pero estabas presente Bicha!!








miércoles, 17 de septiembre de 2008

Salta y Jujuy





Nunca había visto montañas de colores, con vetas moradas, amarillas, ocres, rojas, blancas, con capas en medio de la roca que parece que han sido pegadas con Loctite, hasta la semana pasada, que me subí con Bea, Ana y Alberto -recién llegados de Madrid- a pasar unos días al norte de Argentina, en el lugar donde el cielo es de un azul intensísimo, las carreteras tienen más curvas que metros y el paisaje más colores que montañas y colinas.

En la provincia de Salta visitamos la linda ciudad capital homónima (y nos empachamos con sus empanadas) y nos hicimos el recorrido del Tren de las Nubes, un ferrocarril que fue construido a principios del siglo pasado para transportar mercancías y pasajeros de Argentina a Chile a través de los Andes.

El recorrido del tren alcanza los 4.200 metros de altura, un record para los cuatro, que nos hinchamos a mascar hojas de coca para evitar el "apunamiento" o mal de altura, aunque Ana y Alberto no consiguieron librarse y al final del recorrido, en San Antonio de los Cobres, se pusieron malísimos. También llegamos hasta el viaducto de la Polvorilla y desde allí despedimos al tren, que ya no llega hasta Chile y es sólo para turistas.






Continuamos nuestro breve road trip hasta las Salinas Grandes, en la frontera entre las provincias de Salta y Jujuy, una enorme mina de sal que aún está explotada y que ofrece un vasto paisaje de piscinas de sal, suelo blanco y cielo azulísimo bastante impresionante.









Más allá de las Salinas, ya en Jujuy, recorrimos los pueblos de la Quebrada de Humauaca: Purmamarca y su Cerro de los Siete Colores, Tilcara, Iruya y, obviamente, Humauaca (sí el del carnavalito humauaqueño de la canción), pueblitos perdidos de la mano de nadie, de casas de adobe y calles de tierra, con una altura máxima de un piso, y habitantes de tez oscura, ojos rasgados y mirada huidiza. Gente que vive en medio de las montañas y, como nuestra amiga Ceferina, tiene que andar un par de horas para llegar a un teléfono, que viven de criar llamas y ovejas, que se protegen del potente sol de la quebrada con sombreros de fieltro y que han aprendido que si alguien les hace una foto tienen que pedir dinero a cambio, el derecho a la imagen ha llegado antes que el derecho al agua corriente a estos sitios...




Más fotos aquí.