Dejé el Dinámico por una vida disntinta, no sé si mejor pero seguro más movida. No puede ser de otra forma viviendo con catorce personas de siete nacionalidades diferentese, todas con ganas de pasarlo bien. Tuve la desgracia o fortuna de llegar el jueves, el día que empieza la fiesta en nuestra comunidad y llevo tres noches acostándome de día. Aquí jugar al fútbol en el patio (debajo de mi ventana) a las nueve de la mañana como fin de fiesta, después de dar un concierto y llamar unas tres veces al delivery (diez botellas por vez) es la tónica cotidiana.
Ayer cociné para todos, como siete litros de gazpacho y cuatro tortillas de patatas, menos mal que los chicos son solícitos y les tuve toda la tarde pelando y cortando patatas y cebollas, si no habríamos cenado a las tres de la mañana.
La casa es una antigua guardería reformada, con dos pisos en los que se reparten nueve habitaciones y cuatro baños, un salón enorme, la cocina y una lavadero, una terracita y una mini biblioteca. Aún le queda mucho por andar porque sólo lleva un par de meses abierta pero va bien, no es fácil administrarse quince personas con vidas, horarios y costumbres distintas pero hay talante y voluntad por parte de todos, y más allá de convivir vamos camino de convertirnos en una gran familia.
Ésta es la ventana de mi cuarto, que da a una terracita en la que por la mañana da un solete ideal para acompañar el café y las tostadas; y ésta es mi habitación por dentro.