domingo, 19 de octubre de 2008

Lezama








Dejé el Dinámico por una vida disntinta, no sé si mejor pero seguro más movida. No puede ser de otra forma viviendo con catorce personas de siete nacionalidades diferentese, todas con ganas de pasarlo bien. Tuve la desgracia o fortuna de llegar el jueves, el día que empieza la fiesta en nuestra comunidad y llevo tres noches acostándome de día. Aquí jugar al fútbol en el patio (debajo de mi ventana) a las nueve de la mañana como fin de fiesta, después de dar un concierto y llamar unas tres veces al delivery (diez botellas por vez) es la tónica cotidiana.




Ayer cociné para todos, como siete litros de gazpacho y cuatro tortillas de patatas, menos mal que los chicos son solícitos y les tuve toda la tarde pelando y cortando patatas y cebollas, si no habríamos cenado a las tres de la mañana.












La casa es una antigua guardería reformada, con dos pisos en los que se reparten nueve habitaciones y cuatro baños, un salón enorme, la cocina y una lavadero, una terracita y una mini biblioteca. Aún le queda mucho por andar porque sólo lleva un par de meses abierta pero va bien, no es fácil administrarse quince personas con vidas, horarios y costumbres distintas pero hay talante y voluntad por parte de todos, y más allá de convivir vamos camino de convertirnos en una gran familia.




Ésta es la ventana de mi cuarto, que da a una terracita en la que por la mañana da un solete ideal para acompañar el café y las tostadas; y ésta es mi habitación por dentro.






lunes, 13 de octubre de 2008

Mafalda




Una de las mejores creaciones argentinas, en mi opinión, es un cómic en principio inofensivo pero altamente dañino para quienes no quieren ver sus conciencias sacudidas con el entretenimiento (ese tipo de gente que rechaza el cine o la literatura "comprometidas" porque ya tienen suficientes problemas como para crearse más cuando quieren relajarse). Pero lo mejor de este cómic es que fluye sobre el humor y la ingenuidad infantiles tan suavemente que uno no puede hacer otra cosa que reírse de lo mal que está el mundo.

Las viñetas de Mafalda, que son argentinas pero hablan de lo divino y de lo humano tan universalmente que podrían ser prácticamente de cualquier parte del mundo, deberían ser obligatorias en el colegio para aprender a pensar. Es (o fué, o siempre será) una niña de familia porteña de clase media que vive en San Telmo -a dos manzanas de mi casa-, odia la sopa, y es la autora de una de las frases a las que más recurro cuando me supera la humanidad (lo cual ocurre, francamente, con demasiada frecuencia): "Paren el mundo, quiero bajarme!".
Un tiernísimo dibujo que tiene vida y se plantea todo desde la ingenuidad infantil pero con una capacidad de análisis y una lógica que si fuera adoptada por quienes dirigen el mundo todo iría mucho mejor. Una enana que quiere ser interprete de la ONU para poder acabar con los conflictos mundiales y adora a los Beatles.


El dibujante argentino Quino concibió a Mafalda para promocionar una cadena de electrodomésticos y aunque esa publicidad nunca llegó a ver la luz le dio la oportunidad de crear un personaje que desde entonces viviría en varios periódicos argentinos, saltaría a publicaciones de todo el mundo y sería editada y reeditada a lo largo de los años. De hecho, "Todo Mafalda", el libro de más de dos kilos que reúnes todas sus viñetas, se agota automáticamente con cada nueva edición. Una niña que ha encandilado a varias generaciones y aún no ha dejado de ser actual a pesar de pertenecer realmente a las décadas de los 60 y 70. Una nena, como dicen aquí, que consiguió que hasta Julio Cortázar dijera que "no tiene importacia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí".


Una pequeña curiosa e irreverente que trae a su padre de cabeza (siempre le deja por los suelos con sus ocurrencias) y hace que los adultos más empingorotados se sonrían con sus tiras. Una boludita a la que se le ocurren frases dignas de grandes filósofos: "¿No sería mas progresista preguntar donde vamos a seguir, en vez de dónde vamos a parar?"; "El mundo esta malo, le duele el Asia."



Una niña que tiene mucho que enseñarnos a todos con buen humor y sarcasmo, un personaje ficticio tan tierno y real que ojalá estuviera vivo y no fuera intérprete de la ONU, si no jefa de Estado. Égoístamente preferiría que fuera una niña que viviera en San Telmo a quien pudiera encontrarme por la calle para que me diera cada día una buena lección de vida y un motivo para sonreirme. Suerte que Quino escribió muuuchas tiras y viñetas de Mafalda y que aunque uno se las sepa no dejan de hacer gracia.



lunes, 6 de octubre de 2008

La última



La última maleta ajena que arrastro al empedrado santelmero, las últimas lágrimillas que echo abrazada a quienes se han venido desde casa a hacerme una visitilla, la última vez que vuelvo a mi cuarto y lo encuentro estúpidamente vacío y triste. En esta ocasión más que nunca, después de un mes compartiéndolo con cuatro o cinco personas más...

Acaba un mes exacto en el que no he parado quieta, en el que he viajado y he vuelto a mostrar Buenos Aires cual guía turística, en el que he disfrutado de nuevo de la compañía de quienes bien me quieren (y a quienes bien quiero). Otra vez me toca dar las gracias, esta vez a los socers genuinos, Sara, Elisa y Andrea, Rober y Fer, por quedarse en la ruina por cruzarse el charco, por todo lo que me han hecho reir, por acompañarme y animarme todos estos días, por ser tan agradecidos!! Da gusto enseñar el pequeño mundo de uno a "extranjeros" y que todo lo que oigas sea "me encanta", "joé qué chulo", "cómo mola", "me lo he pasado genial"... Pues me alegro de que os haya gustado tanto Argentina y mi vida porteña, me alegro de haber podido compartirla con vosotros y me alegro de haberme convertido yo también en una socer. Ya no queda nada para repetir, de la Plaza Dorrego a la Latina (con esos gorros palermitanos que harán furor allí), las risas y los abrazos. ¡¡Sois grandes!!