martes, 7 de julio de 2009

Las caras de la otra crisis, la del 29



Ahora que la palabra crisis nos llena la boca (y la cabeza) a todos, no viene mal retrotraerse a otra gran crisis, la de 1929, y ver a sus protagonistas estadounidenses fotografiados por una de las fotógrafas con más nombre del siglo pasado, Dorothea Lange.





Gracias a Photoespaña 09, tenemos en Madrid "Los años decisivos", una exposición realmente interesante por la que pululan estos rostros desarraigados, tristísimos, resignados o luchadores, en cualquier caso siempre sombríos. Y no sólo porque todas las fotos son en blanco y negro, si no porque cómo va a haber luz en las expresiones de los pobres, los parados y desamparados que retrata con maestría la estadounidense.





Las 140 fotografías de la exposición fueron tomadas en los años 30 y 40, cuando fue invitada, junto con otros fotógrafos como Walker Evans, a participar en el proyecto de la Farm Security Administration, creado en el marco del New Deal para dar al pueblo americano una iconografía que le ayudase a comprender la gravedad de la crisis por la que atravesaba. Lange recibió el encargo, hizo las maletas, se colgó la cámara al hombro y salió a recorrer el país en busca de los rostros de la depresión.


Su instinto la llevó hasta los agricultores y rancheros desplazados de una punta del país a otra; hasta los campos de internamiento creados retener a los japoneses que vivían en el país, tras el ataque a Pearl Harbour; hasta los pobres, los campesinos, las familias desestructuradas y los inmigrantes.
Madres con hijos a los que no pueden alimentar colgando de sus brazos, padres que dsalen a buscar trabajo y vuelven con las manos vacías, japoneses a los que han echado de sus casas por una guerra lejana, agricultores sin cosecha, personas sin ilusión. No es fácil plasmar tanto en una fotografía, pero Lange lo hizo.


Acongoja ver a esta gente y pensar en los meses que la fotógrafa pasó recorriendo la tierra "de la prosperidad" en su busca, y acongoja pensar también en la versión actual de todas estas personas. Lejanas en el tiempo y en el espacio, pero tan cercanas en la desgracia por culpa de un sistema capitalista que no se fija en quienes no tienen recursos. Aprte del peso social, las fotografías tienen un valor artístico que, desde luego, se merece una visita. Y encima es gratis, en la calle Zorrilla, hasta el 26 de julio.


jueves, 2 de julio de 2009

Tetro

Por fin he podido ver Tetro, esa película cuya primera presentación pude presenciar el año pasado en Buenos Aires. Dijo en su día Coppola, el director, que sería un film muy personal que retrataría metafóricamente la historia de su familia. Si realmente ha sido así, vaya familia..., me compadezco del creador del Padrino.
Tetro es un hombre atormentado que vive en una película atormentada y se dedica a atormentar a quienes le rodean (Maribel Verdú, su novia, sobre todo). Vive en blanco y negro (que poco acostumbrados estamos a ver el cine en bicolor) y en la ciudad de Buenos Aires, concretamente en La Boca, el barrio de los inmigrantes. Se desenvuelve entre el humo de sus cigarros, la torpeza de sus muletas y los planos imposibles y la iluminación estrambótica que Coppola ha decidido imprimir a su vida. Una vida rara, un poco acongojante, pero que a mí en realidad me gustó.
Me gustó Tetro por lo novedoso (quizá no es novedoso si no solamente poco convencional este cine, plásticamente hablando) del lenguaje, porque había más luz de lo que esperaba en la película, porque los protagonistas trabajan bastante bien y porque las historias truculentas en la gran pantalla siempre enganchan. Pero me gustó, sobre todo, por volver a Buenos Aires. Aunque se vea muy poco de la ciudad (realmente poco). Aunque se hable muy poquito en argentino. Me dio igual, pude reconocer un par de calles por las que yo pasé prácticamente todos los días durante el año pasado; pude reconocer el ritual del mate que acá he olvidado pero que allá seguía con fervor casi religioso; pude recordar el bar Británico, donde Tetro pregunta qué haría si se pudiera regalar una palabra, y donde yo desayuné amargamente tras nuestra gran fiesta de despedida, allá por diciembre... También la Colifata, radio LTD22, y los loquitos que conocí allá y que también son personajes de la película de Coppola.
Pude recordar el empedrado de las calles, el ruido de los colectivos trotando por él, la suciedad de las calles y los grafittis que las adornan. Estuve de vuelta un rato por allá, paseando con Tetro, recordando un Buenos Aires en blanco y negro. Así que, gracias Francis.

jueves, 21 de mayo de 2009

Banda sonora para un verano adolescente

Jóvenes pero sobradamente confiados. “Los monos”, que ayer presentaban su primer disco en la sala Orange de Madrid, hicieron esperar a su público más de tres cuartos de hora. Y no importó porque todos estamos ya de sobra acostumbrados a estas nocivas esperas, porque a pesar de ser su debut, arrogarse el derecho de hacer perder el tiempo a la gente parece ser una actitud de lo más rockera. Porque a quién se le va a ocurrir protestar porque unos chavales salgan mucho más tarde de lo esperado porque tenían que hacer tiempo en el camerino para poner nerviosa a la gente…

Debía ser que estaban cogiendo fuerzas porque cuando por fin salieron al escenario lo hicieron con verdaderas ganas. César Gómez se abrazó desde el primer momento al micrófono con toda la pasión del principiante ilusionado y lució una voz más que válida para los ritmos poperos que marcan las canciones.

El disco que presentaron se llama “Ardiendo” y ardiendo están estos muchachos de amor. La gran mayoría de sus letras hablan de pasiones encendidas y de melancólicas pérdidas que se disuelven en ritmos dignos del pop más actual. Podría decirse que Los Monos son unos Pereza aún verdes o unos M-Clan en ciernes, podría ser que lleguen a su nivel si evolucionan. Este debut, aún siendo muy digno para ser un primer trabajo, no alcanza el nivel y ellos lo saben. Por eso cantan en una de sus canciones “ahora que sabemos que nunca saldremos en la TV”, en la misma en que afirman que nunca les invitarán a Pachá. Curiosamente, ésta canción que parece justificar de antemano un posible fracaso musical es nueva, no está en Ardiendo, y suena mucho mejor –al menos en directo- que las anteriores. Esto demuestra que tiene potencial, que estos niños haciendo el mono pueden desarrollar un estilo propio entre los Hombres G y Los Limones, aunque aún les falta un buen trecho por recorrer. De momento ayer, en el Orange Café, ayudados por la buena acústica de la sala aunque ligeramente distorsionados, se dieron un pequeño baño de masas y salieron, seguro, reconfortados. Quienes allí fueron, amigos y conocidos, sabían a lo que iban; a escuchar pop veraniego de estribillos pegadizos y ritmos bailables.

Por ahora hacen música idónea para convertirse en la banda sonora de un verano adolescente, quizá más adelante consigan que sus canciones permanezcan más allá del otoño.

martes, 12 de mayo de 2009

Pop de luto


Un cáncer de pulmón ha apagado hoy, definitivamente, la voz de Antonio Vega. Una de las voces más características del pop español, de la música de la movida, de las canciones plagadas de sentimientos que miles de jóvenes han coreado desde los ochenta hasta ahora.

Alto, desgarbado y excesivamente delgado, con esa huella que deja en el rostro y en la mirada una vida sembrada de drogas, Antonio Vega es el artífice de "La chica de ayer", esa canción que todos nos sabemos y que hace poco fue elegida la más representativa de la movida madrileña. Pero no sólo eso, también escribió otras grandes composiciones como "Lucha de gigantes", "El sitio de mi recreo" o "Una décima de segundo".

Antes de eso, antes de formar Nacha Pop en 1978, estuvo matriculado dos años en la Escuela de Arquitectura, otros dos en Sociología y en la Escuela de Pilotos. Vamos, que no era, como dirían muchos en la época (y ahora incluso) un yonki vago y maleante. Lo primero seguramente, pero de lo demás permítanme dudar.

Vi a Antonio Vega en directo por primera vez hace ya siete años, en la Plaza Mayor, y ya entonces me pareció un joven muy viejo. No he querido poner aquí fotos de sus últimas actuaciones porque la verdad parecía un fantasma,casi un cadáver viviente. Lo sorprendente es que haya mantenido la energía con ese aspecto, y después de perder a su chica, Marga, tanto que estaba preparando un nuevo disco.

Qué pena que ya no saldrá a la luz, qué pena que ya no vayamos a volver a escuchar en directo sus canciones, su voz quebrada...
Qué pena que ahora sea él un chico de ayer...

Al enterarme esta mañana de la noticia lo primero que me ha venido a la cabeza es la muerte de Enrique Urquijo, cantante de Los Secretos, solo y demasiado drogado, en un portal de Malasaña.

Ya ven, un día cualquiera, sin saber qué hora es, se despierta uno sin saber porqué en medio de nieve, huracanes y abismos. Cuando mueren las voces que forman las bandas sonoras de nuestra vida es, en parte, como si muriera algo de nosotros mismos.

Me gusta imaginarme que ahora Antonio Vega está en el Penta (en el Penta de los ochenta, no el de hoy), con Enrique Urquijo, con Antonio Flores y muchos más que se quedaron por el camino, fumando, porque ya no le puede hacer más daño, y cantando guitarra en mano. Me da igual que canten "Pongamos que hablo de Madrid", "Te he echado de menos hoy" o "Lucha de gigantes". Todas son parte de la banda sonora de mi vida.

viernes, 24 de abril de 2009

La Noche de los Libros



No está del todo mal esto del márketing cultural que se ha montado la Comunidad de Madrid. Ahora se celebran por todo lo alto todas las "noches": la de los museos, la del teatro, la Noche en Blanco... Un parte considerable del presupuesto se va en hacer promoción y en apretar en una tarde cientos de actividades que mejor podrían estar repartidas en unos cuantos días para que diera tiempo a ver todo lo que nos interesa. Pero bueno, mejor esto que nada, la verdad que los programas suelen tener cosas bastante interesantes.

Hoy 23 de abril ha sido el Día del Libro y Madrid ha decidido celebrar la Noche de los Libros. La ciudad llevaba días tomada por los carteles negro y amarillo con una luna enorme que anunciaban que algo iba a pasar, y hoy ha estado tomada por lectores y escritores, rosas y, por supuesto, libros.

Yo, desgraciadamente, no tengo el don de la omnipresencia así que no puedo contaros todo lo que ha pasado, pero sí lo que yo he visto.

Mi maratoniana jornada literaria ha comenzado a las tres y media de la tarde en el jardín botánico esperando bajo un sol infernal. La Escuela de Escritores organizaba allí varios talleres literarios de tres cuartos de hora de duración y muy buena pinta (relato corto, poesía, literatura de viajes...). Yo me apunté a este último y bueno, 45 minutos no dan para mucho pero una clase a la sombra de los árboles del botánico en un día primaveral como el de ayer ya merece la pena.

De allí me he ido corriendo al Conde Duque a atender a otros menesteres (que no se correspondían con el Día del Libro) y de allá, otra vez corre que te corre, al Círculo de Bellas Artes. En este edificio imprescindible de Madrid me he dado el gustazo de ver a Javier Marías, uno de los articulistas que más admiro (escritor también, claro) e inmediatamente después a Juan Marsé, que ha sido galardonado esta mañana con el Premio Cervantes. Dos grandes en menos de una par de horas y en menos de veinte metros.

Luego, una conferencia más, de Vicente Verdú en este caso, aunque nos ha dejado con las ganas de cuales son los mejores libros de los últimos años que él ha leído (y de los que se supone que iba a hablar).

Tras tanta conferencia he intentado ir a la Casa del Libro a ver si me compraba alguno y, de paso, veía al coro de gospel de la Complutense, pero había tantísima gente allí que se me han quitado las ganas nada más asomarme a la puerta. Tampoco he tenido suerte con la performance de la Plaza de Santa Ana y cuando he llegado ya se había terminado.

A lo que sí he llegado puntual ha sido a la cita con el poeta Marcos Ana. Ya hablé aquí de él y conté cuanto me sorprendía su energía, y hoy ha vuelto a hacerlo. Con 88 años a las once de la noche allí estaba el tío recitando sus poemas en la calle del Príncipe junto a otro amigo suyo (de 91 primaveras) que ha conseguido hacerme llorar de lo bien que declamaba. Y cuando han terminado no os creáis que se han retirado rápidamente a descansar, se iban de cañas!! yo de mayor quiero ser como ellos.


Para cerrar la noche, en el Ateneo se hacían lecturas teatralizadas de cuentos de Allan Poe con Fele Martínez (mmh...), pero imposible entrar, por lo visto estaba lleno desde horas antes. Una pena... El año que viene habrá que organizarse mejor para perderse lo menos posible.

miércoles, 15 de abril de 2009

Me alegro de que de vez en cuando haya cosas que nos sigan sorprendiendo, de poner en marcha alguna vez eso de "ver para creer". La noticia que más me ha alucinado últimamente ha sido la de este tío que se tragó (presuntamente) una semilla de abeto y al cabo de los años ha descubierto que dentro de él esta creciendo un precioso arbolito. !Dentro de él! !Con raíces y todo! Cinco centímetros de abeto en el pulmón del chaval, que hace poco comenzó a sentir molestias al respirar. Pequeñas molestias..., ¿qué cara pondría cuando le dijeran que tenía dentro un abeto incipiente?. A mí creo que me daría la risa...

Pero lo más curioso de todo es cómo ha podido un árbol crecer dentro de un organismo humano, sin luz solar? El médico, que abrió al chaval de 28 años pensando que encontraría allí un tumor, dice que parpadeó un par de veces cuando se encontró con el mini-abeto y pensó que tenía visiones. No me extraña. Ver para creer.

Me abstengo de poner la foto porque resulta algo desagradable pero quien quiera puede verla aquí.

Más allá de que sea verdad o un simple montaje, a mí no deja de fascinarme el cuerpo humano. A muchos pacientes se les han quedado dentro gasas de operaciones, instrumental quirúrgico o incluso el reloj del cirujano, y un cuerpo con objetos tan extraños como esos incrustado sigue funcionando con normalidad en muchos casos. Pero lo del árbol ya me parece lo más. No sólo vives con una rama dentro de tu pulmón si no que encima crece!!! vive y se desarrolla dentro de ti y gracias a ti, casi como un bebé! Si yo fuera este chaval ruso, replantaría el abeto en mi jardín con todo mi amor, y cuando fuera abuela podría decirle a mis nietos "éste abeto enorme nació dentro de mí".

En fin, cosas como esta hacen que nos demos cuenta de que aún no lo hemos visto todo.

lunes, 23 de marzo de 2009

Berlín, la ciudad cosida




Berlín, la ciudad cosida

The Killers

Me lo habían traído los Reyes Magos (gracias a mi Melchor, que es reina) y desde entonces esperaba en momento de volver después de tanto tiempo al Palacio de los Deportes. La última vez que estuve allí fue a finales del 2006 con Fito y Quique González, pero el concierto de ayer no tenía nada que ver.



Los estadounidenses The Killers (la banda del momento, dicen) cerraban ayer su gira europea en Madrid y no nos lo podíamos perder. Hubo que sufrir para llegar a esa cuenta atrás que, como en Coldplay, anuncia la entrada de los músicos y el comienzo de la fiesta. Antes de ello, hubo serios problemas de organización porque la gente, parece mentira, no sabe comportarse. Se cerró la pista central cuando ya estaba llena y a los remolones que entraban con la hora justa se les mandaba a las gradas, pero claro, no querían, y pretendían colocarse en los pasillos de la grada extensible, en las escaleras... Hubo un par de momentos casi de pánico con los seguratas cuasi espachurrados por la masa y los jefazos dando gritos desesperados por poner orden, y parece que al final lo consiguieron.

Así que cuando a eso de las diez menos veinte empezaron a sonar los primeros acordes de la celebradísima Are we human or are we dancers todos estábamos ya preparados para botar como locos. Y no nos dejaros parar de hacerlo prácticamente ni un minuto.

Apuesta arriesgada la de empezar el concierto con el gran hit del último disco, mucha gente sólo se sabía esa canción y a los cinco minutos de concierto ya no tenían más que corear, pero muchos otros no dejaron de cantar de pe a pa en la hora y media que duró el espectáculo.


Brandon Flowers, el líder mormón de la banda, saludó a los madrileños con un "estamos para servirlos" en castellano y un "no se nos ocurre una ciudad mejor para cerrar la gira que ésta" en inglés. Pues para estar tan contentos de cerrar aquí su european tour no nos regalaron ni un minutito, ni una canción más, por eso de que es la última noche y tal... Nada.

Presentaban los Killers su tercer disco. Day&Age. y con muchas de sus canciones entusiasmaron al respetable: Spaceman, Read My Mind, Mr Brightside y mi preferida, Joy Ride. Pero no faltaron tampoco grandes temas de los discos anteriores, la bailable Somebody told me, All these things that i`ve done o Bones.

La potente versión de Sam`s Town me gustó, con su videoclip incluido, y he de confesar que cuando cantaron a Bob Marley (Buffalo Soldier) prácticamente ni me enteré y eché de menos que tocaran Lousin Touch.

Pero se disfrutó mucho el concierto, porque The Killers tienen esa versatilidad que hace que una canción pueda ser dos o tres a la vez, que los ritmos cambien de una estrofa a otra como de un disco a otro pero sin chirriar. Son como si metiéramos en una coctelera a Coldplay, a los Red Hot Chili Peppers, a The Cure y a New Order y saliera la música fluida de The Killers, pero casi sin mezclar, sólo combinada, como el agua y el aceite.

En fin, para cerrar el show recurrieron a la muy efectiva When you were young y sacaron todo su poderío, no sólo musical: humo y pirotecnia para despedirse de un público madrileño que desde el primer acorde del concierto estaba totalmente rendido a sus pies.

No era su primera vez en la Villa y Corte, hace dos años telonearon a Smashing Pumpkies en las Ventas y hace cuatro, después de tocar en el Copérnico ante sólo 400 personas se fueron a pinchar a la Vía Láctea y charlaron allí con todo el que se les acercó. Pena no haberlos conocido por aquel entonces...

¿Pegas al concierto? La ingente cantidad de niños pijos que pululaban por allí, que se sabían las dos canciones que ponen en las discotecas y en el resto se dedicaban a apoyarse en la pared y acariciarse las perlas de las orejas mirando al resto con cara de asco. Y la bandera de España que se proyectó en el cierre del concierto, haciendo las delicias de todos estos petunios claro. Y que las pantallas que normalmente sirven para emitir las imágenes del grupo, el directo, estaban apagadas. Fallo, porque aunque teníamos un buen sitio no alcancé a ver los gestos de Flowers.

A pesar de ello salimos del concierto sudados de tanto bailar, afónicos de tanto cantar, agotados de tanto hit y sonrientes, empachados de música efectiva y buen directo.

viernes, 6 de marzo de 2009

Premios Miradas2



Ayer por la noche se celebró en la sala New Garamond de Madrid la entrega de premios del programa de TV Miradas2, uno de los espacios culturales más interesantes del (escaso) panorama nacional.

Y allá que nos fuimos las tatas y yo a cotillear a la flor y nata de la cultura alternativa-mega guay-gafapasta-independiente actual. Tras cruzar como estrellas de cine la alfombra, azul, de TVE, nos metimos de lleno en una fiesta súper chic, tan chic tan chic que las cervezas, lejos de ser gratis, costaban seis euros. Alta cultura, ya sabéis. Aquello estaba llenito de gente, la mayoría modernillos todos ellos monísimos e ideales de la muerte, se respiraba buen rollo en general. Se quedó, por lo visto, mogollón de gente en la puerta porque se completó el aforo, pero nosotras tuvimos la suerte de (por una vez) entrar a tiempo y nos perdernos a Mara Torres y a Carlos del Amor presentando los premios.


Estos dos presentadores (ella de las noticias de la 2, él del programa que va después, Trasla2), merecen un párrafo aparte por su grandísimo trabajo. Son jóvenes, guapos e inteligentes, y aportan a lo que hacen un enfoque distinto del "canon" establecido. Son además los culpables de que todos los días me acueste casi a las dos de la mañana porque me he convertido en incondicional de sus noticias y sus reportajes. Profesionales como la copa de un pino, orginales, y encima, majísimos los dos. Yo de mayor quiero ser como ellos.

Bueno pues allí estaban presentando una gala en la que se dieron premios a Vetusta Morla (mejor propuesta musical 2008), al libro "Nocilla experience", de Agustín Fdez. Mallo (del que ya he hablado yo en este blog), al restaurante Ramsés (mejor iniciativa empresarial), a la exposición de Rembrandt en el Museo del Prado (Mejor propuesta de arte, diseño y arquitectura), a la película "3 días", de Fco. Javier Gutiérrez, o a "El espíritu del bosque" (Premio Zoom Net de animación española), entre otros.

Tras la entrega de premios, las actuaciones de Amaral (incluido em momentazo en el que se le olvida la letra, a ella, y le pregunta a su guitarrista, y tampoco se acuerda...), Vetusta Moral, DJ Flor, Telephunken... Mientras tanto nosotras pululando alrededor de la sala VIP para ver si podíamos colarnos porque allí estaban los que queríamos ver... Y claro, conseguimos colarnos, y compartir canapeses con el guapisísisisismo Jon Kortajarena, con actores y actrices estupendísimos, con el diseñador Carlos Díez, con Nacho Vigalondo, con Deborahombres,..., etc etc. Era una mezcla extraña, junto a caras tan guapas y famosas había grandísimos periodistas cuyo rostro no suele ser tan conocida pero cuyas firmas son sinónimo de buena pluma y temas intereantes, con un trabajo que a mi al menos me hace quitarme el sombrero. El number one, mi admiradísimo Diego Manrique, al que vi varias veces pero no me atreví a saludar.

En estas estábamos en la sala de las Very Important Persons canapé viene, guap@ va, cuando tuve mi momento estrella de la noche: yo iba y él venía, y entre tanga gente y tan apretados, me crucé pecho con pecho con el mismísimo Carlos del Amor. Se paró el tiempo. Le debí poner tal cara de amor incondicional (ya su propio nombre lo indica) y tales ojitos de corderito degollado a su disposición que el hombre me dedicó la mejor de sus sonrisas y un tímido pero simpático "Hola". Casi me desmayo allí mismo... Sí, soy una grupie, lo reconozco, siempre lo he sido y siempre lo seré, mis ídolos están siempre por encima de lo humano e incluso de lo divino, hasta que los conozco y se me caen al pozo más hondo... Pero a Carlos aún no he tenido el gusto (o disgusto) de conocerle, así que aún vuela sobre todos nosotros.

Se me olvidaba comentar el momento "fresformance" en el que dos tipos vestidos con taconazos y falda negra y rodeados de fresas atadas a su torso desnudos, atados entre ellos por gomas balancas, se paseaban entre el público espachurrando las frutas entre sus manos. No llegamos a comprenderlo de todo, la verdad.



Con tanto periodista y tanto personaje de la cultura tuve que contenerme para no ponerme a repartir currículums como loca a todo el que me cruzaba..., menos mal que no llevaba ninguno encima porque si no seguro que alguno habría encasquetado. Estuvo bien, la verdad, compartir velada con famosillos y con gente tan interesante, aunque las cervezas, además de ser tan caras, estuvieran calentorras...

miércoles, 18 de febrero de 2009

ARCO

El lunes cerró sus puertas ARCO 2009, la Feria de Arte Contemporáneo que se celebra anualnmente en Madrid. Dado el excesivo precio de las entradas (32 euros) mucha gente se queda fuera, no es un evento pensado para todo el mundo por lo visto. Yo tuve la suerte de poder ir con la profesora de arte del máster y ésto fue lo que vi. Os pongo una pequeña muestra de algunas de las cosas que me llamaron la atención. Algunas por bonitas, otras por interesantes, otras por feas, otras porque no les encontraba el sentido, otras por disparatadas... Había de todo allí, pero yo no me siento con conocimientos suficientes para juzgarlo. Sí me atrevo a decir, aún a riesgo de parecer una ignorante, que algunas de las obras difícilmente parecían arte (y menos correspondían al desorbitado valor que se las otorga).

Para muestra, un botón: de las que me parecieron espantosas y de las que me resularon más lindas, a las que conseguí encontrar cierto sentido y las que no fui capaz de comprender. Juzguen ustedes mismos, pasen y vean, bienvenidos a ARCO.



















miércoles, 11 de febrero de 2009

Cronopios, con C de Cortázar.

No os vayáis a creer que tengo fijación ahora con todo lo argentino, pero me vienen dadas. Quizá sea posible, eso sí, que ande ahora más atenta a los vientos que vienen de Buenos Aires a Madrid (o viceversa), a los puntos que comparten ambas ciudades, a los duendes que viven de día acá y duermen de noche allá. Porque no todos lo saben pero en realidad Madrid y Buenos Aires son la misma ciudad solo que reflejada en los dos hemisferios, como un espejo visto por delante y por detrás.

Por estas dos ciudades que son una pululan, además, famas, esperanzas y cronopios. De las esperanzas paso porque son un poco sosas, yo me declaro fan de los cronopios (de hecho no estoy segura de no ser yo misma una cronopita).

¿Que qué son? Los cronopios son uno encantadores espíritus verdes, redonditos y húmedos, que revolotean felices por el mundo sin preocuparse por nada. Son ingenuos, idealistas, gamberros. desordenados, sensibles y un auténtico desastre, pero siempre tienen suerte y todo les suele salir bien. No preparan los viajes, sacan la pasta de dientes de cualquier manera y la lían parda hagan lo que hagan, pero se lo pasan pipa.


Son criaturitas del escritor argentino Julio Cortázar, que murió hace ahora 25 años y es uno de los escritores más divertidos y complicados que yo conozco. En su libro "Historias de cronopios y de famas" (1978) habla de ellos:

"Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días."

"Un cronopio se encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz. La flor piensa: "Es como una flor".

Se podría decir que están medio chalados, pero en realidad los cronopios son seres creativos que se saltan las convenciones, todo lo contrario que los famas, individuos pragmáticos, conformistas, adoradores del orden y lo políticamente correcto, que sólo saben escribir en papel rayado y que "aprietan desde abajo el tubo de dentífrico". Son trabajadores y aplicados, se rigen por las normas y los horarios, preparan todo con antelación y no dejan nada al azar.

Después de conocerlos ahora no puedo dejar de clasificar a quien me cruzo en una u otra "especie", aunque la mayoría son esperanzas, criaturas sedentarias, ignorantes y aburridas que están un poco en medio entre los viva la vida de los cronopios y las grises famas.

Más allá del universo cronopio, Cortázar escribió libros tan gordos como difíciles ("Rayuela") y cuentos divertidísimos que de veras recomiendo. Como aquel en el que nos enseña a subir una escalera (las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas), a tener miedo, a llorar, o a cantar, todos en el mismo volumen de "Historia de Cronopios y de famas".

Ayer, en Madrid, (y por tanto en Buenos Aires, claro) se rindió homenaje a Cortázar, con la participación incluso de mi querida Cris (la Kirchner), leyendo en la Casa de América este libro del que os hablo.

Yo, a este hombre que tenía una enfermedad por la que su cuerpo no envejecía, le rendí el mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor, el que se goza entra sábanas, a la luz de una lámpara nocturna, a altas horas de la madrugada, en el silencio de la noche y de la soledad, saboreando las palabras, acariciando y jugueteando con las páginas de sus libros como si de un amante se tratara.

Y la próxima vez que vaya a París, pasaré por el cementerio de Montparnasse y en la tumba de Cortázar, el "Cronopio mayor", dejaré, como es costumbre, una copa de vino y una hoja de papel o un billete de metro con una rayuela pintada.

miércoles, 28 de enero de 2009

De allá p`acá

De Ezeiza a Barajas. Del tango al chotis. Del colectivo al búho. Del Subte al Metro. De Corrientes a la Gran Vía. De los helados de Freddo al chocolate de San Ginés. De la Casa Rosada a la Moncloa. De la Plaza de Mayo a la Puerta del Sol. De los lagos de Palermo al lago del Retiro. De la calle Callao a la Plaza de Callao. Del verano porteño con los niños bañándose en las fuentes al invierno madrileño con los ociosos fotografiando a la Cibeles nevada. De San Telmo a la Latina. De la Quilmes a la Mahou y de las empanadas a las croquetas. De una vida improvisada a los horarios de clase. De los pesos a los euros. Del pequeño Telmico a la Lía, que parece un tigre. De C5N a Telecinco y de León Giecco a Quique González. De la cancha de River al Bernabéu, de la Bombonera al Calderón y, como dice Sabina, de González Catán a Tirso de Molina. De boludo a gilipollas, de no coger nada a cogerlo todo.

En poco más de un mes que llevo aquí aterrizada he pasado de añorar Madrid a añorar Buenos Aires. Me he sentido re-contra feliz y amargamente triste en el mismo día sin poder controlarlo. Soñe durante muchos días después de llegar acá que estaba allá, igual que cuando dormía allá soñaba tantas veces con volver acá. Me he reeducado en la civilización y en la vida "normal" (aunque no estoy muy segura de querer) y he recuperado a esa parte de mí que dejé con todos vosotros. Lo bueno es que no he perdido la que me encontré en Argentina.

Así que -siento el retraso, no me atrevía a enfrentarme a esto desde el otro lado del charco-, vuelve un escribiendoenplata nuevo que a la vez es el antiguo. Ahora, en vez de hablar de Buenos Aires, procuraré contaros cosillas que pasen por Madrid o por donde vaya viajando (si es que la crisis me lo permite). Ahora que veo este ciudad con ojos de turista, ahora que Buenos Aires me ha enseñado a andar fijándome en las cornisas de los edificios y buscando en cada rincón unba obra de arte, estoy descubriendo nuevos-viejos lugares de Madrid. No necesitaba irme hasta allá para darme cuenta de que adoro Madrid pero, por lo visto, sí necesitaba a Buenos Aires para darme cuenta de que lo de acá es mucho más de lo que yo pensaba.