miércoles, 11 de mayo de 2011

Bob Marley: del gueto a estrella del tercer mundo



El primer recuerdo que tengo de Bob Marley es en la antigua habitación de mi hermana siendo yo (imagino) una adolescente. Ella escuchaba ‘Buffalo Soldier’ y me explicó que hablaba de “soldados robados de África y traídos hasta América”. Me llamó mucho la atención que una música tan fresca, un ritmo tan agradable, un sonido tan veraniego hablara de algo tan duro como la esclavitud.


Desde entonces puedo recordar miles de momentos en los que la música del ‘profeta’ jamaicano ha puesto banda sonora a mi vida. En mi última etapa bonaerense era una constante, muy acorde con la gente que me rodeaba y la vida que llevaba.

Pero no sólo ha puesto música en la vida de mucha gente. También ha sido un ejemplo, un mito, un icono. Dicen, de hecho, que es el tercer icono universal después de Jesucristo y del Che. El caso es que en su día, rompió las reglas. Era un músico mulato criado en Trechtown, uno de los guetos de Kingston, Jamaica, que pregonaba la paz y el amor universales y que abogaba por el fin de las opresiones. Una filosofía cuanto menos curiosa teniendo en cuenta cómo maltrataba a su mujer, Rita Marley…

Predicaba la religión rastafari (que aúna profecías bíblicas, filosofía naturista y nacionalismo negro) y veía en Haile Selasiee un modelo a seguir, aunque algunos de sus preceptos (como el de no recortar el vello de la cara) no los asumía. Sí que era vegetariano y no bebía alcohol ni fumaba tabaco, como mandaba el rastafarismo.

Lo que sí fumaba, en cantidades ingentes, era marihuana, una costumbre que le ha llevado a convertirse en símbolo de esa hierba (y del hachís) desvirtuando completamente el sentido (litúrgico) que él le daba a la ganja. Ahora cualquier niñato que presuma de fumarse porros como trompetas lleva una chapa de Marley en la cazadora sin tener ni idea (seguramente) de la religión, la profundidad y la ideología que se esconde detrás de esa chapa roja, verde y amarilla. Esa, por cierto, ni siquiera es la bandera de Jamaica, si no la de Etiopía, sancta sanctorum de los rastafaris.

Hoy hace 30 años que la primera estrella mediática del Tercer Mundo moría en Miami. Tras ser tratado por la metástasis de su cáncer en Alemania había decidido regresar a Jamaica para pasar allí sus últimos días, pero la muerte se le adelantó y le pilló haciendo escala en Estados Unidos.

Muchos escriben hoy que “aquel día murió el hombre y nació la leyenda”. Es una frase bonita, pero en mi opinión la leyenda se había forjado antes, cuando un hombre negro llenaba los estadios de los cinco continentes, cuando su voz contagiaba a los oprimidos y calentaba los corazones de los colonizados, cuando sus guitarras y sus bongós provocaban que millones de personas se pusieran en marcha.

‘No woman no cry’, ‘I shoot the sheriff’, ‘Could you be loved’, ‘Exodus’, y mi favorita, ‘Redemption song’, son ya patrimonio de la humanidad y sus sensuales notas se escapan, todavía, desde las ventanas de Nepal, San Francisco, Soweto o Sidney. Y esperemos que sea así por mucho tiempo más. Desde luego en los sonidos que escapan de mi cuarto, y del de mi hermana, siempre tendrán un puesto honorífico.

Os dejo el link de un documental muy interesante de TVE sobre el rey del reggae

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me alegro mucho de haberte introducido en el mundo Marley aunque en aquel entonces era Búffalo soldier la que te explicaba que hablaba de los exclavos, bueno también lo hace un poco la otra si. Pero no es mérito mío, ese disco de Legend, muy bien puesto el título, por cierto estaba en casa de toda la vida y lo ponían los padres hasta que yo hice que lo aborrecieran como a tanntos otros!! so sorry family!