lunes, 25 de abril de 2011

Happythankyoumoreplease, la peli de Ted Mosby


Sí, es “la peli de Ted Mosby”. Él, Josh Radnor, la ha escrito, la ha dirigido, y la protagoniza. Se ha construido un personaje a su medida, un nuevo Ted con barba, (un poco) más maduro, (un poco) más profundo, pero muy semejante en el fondo. Por eso para quienes hemos seguido How I meet your mother no sorprende demasiado el personaje principal.


Se trata de un escritor treintañero que busca su identidad, su lugar en el mundo, su vida. Como buena película americana que es, todo esto se define en una sola cosa: el amor. Por eso creo que esta película podría haber sido una gran película, un icono cinematográfico de una generación, una gran huella indie que reflejara el malestar de la juventud actual, un espejo de los nacidos en los 80. Pero… se queda floja.

Para empezar, el argumento básico a partir del cual se desarrolla la historia es un poco absurdo, lo cual no ayuda a su credibilidad. Que un escritor treintañero que no termina de encontrar su camino se “encuentre” a un niño y se lo quede… A mí no me cuadra demasiado. A partir de ahí comienza una sinfonía de personajes que rodean a este nuevo Ted que en la película se llama Sam y que, igual que él, pululan por la vida defendiéndose como buenamente pueden de los abismos que les presenta la vida. Fracasos profesionales y amorosos, problemas de salud y de autoestima, frustraciones difíciles de tolerar… esos problemas burgueses que atormentan a veinteañeros y treintañeros de todo el globo, que podrían parecer menores e irrisorios a ojos ajenos pero que están medrando las ilusiones y las esperanzas de miles de personas.

El escenario donde se desarrolla esta historia de búsqueda (interior) es Nueva York, y al igual que pasa con Woody Allen en sus primeros films, es casi un personaje más. O al menos esa es la pretensión del director, y aunque lo consigue sólo a ratos, si es cierto que es mucho más que la mera ciudad en la que viven sus protagonistas.

De hecho, en una de las tres historias de amor que se narran, Nueva York es incluso una marca de identidad, una casa, un lugar del que ella no se quiere marchar. Ésa, la de Zoe Kazan y Pablo Schreiber, la de la chica que se quiere quedar en su ciudad y el novio que se quiere marchar a Los Ángeles fue, por cierto, la historia que más me gustó. La más auténtica, la más sentida, la más coherente y la menos edulcorada y ‘americana’ de todas.

Las otras dos, por muy indie que pretenda ser Radnor, no dejan de ser dos historias mil veces contadas, mucho más ‘american way of life’ que indies, mucho más previsibles de lo que, imagino, pretendía.

Pero en conjunto, y a pesar de los resbalones costumbristas y las carencias, a pesar de un final que empalaga, la película funciona. Gracias en parte a una banda sonora original digna de ser cabeza de cartel en Galstonbury o en el FIB, a cargo de la cantante folkie Jaymay, es decir, la misma que le pone la música a Cómo conocí a vuestra madre, también. Muy recomendable, por cierto, podéis escuchar la BSO aquí

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