martes, 12 de abril de 2011

Lo nuevo de Vetusta Morla



Han vuelto. ¡Por fin! Tardaron 10 años en sacar su primer disco, ‘Un día en el mundo’, pero se han tomado menos de tres para volver. Vetusta Morla presentará el 3 de mayo su nuevo trabajo, ‘Mapas’, pero ya ha dejado caer un adelanto en la red, como el que deja unas miguitas para seguir el camino. Y ese camino es el mismito que marcaron desde el principio. ‘En el río’, el tema que nos han regalado, no suena a otra cosa que a Vetusta Morla. La música sigue siendo igual de profunda y cuidada y la voz de Pucho no ha perdido su originalidad. Es un tono al que resulta difícil acostumbrarse, a mi me pasó como con la cerveza, al primer trago casi me atraganto pero ahora no puedo dejarla. Vetusta Morla fue lo mismo, al principio se me atascaban sus canciones pero ya forman parte de mi banda sonora vital.

Tuve la suerte (gracias al gran Santiago Alcanda) de compartir una tarde con uno de los miembros del grupo, Guille, que nos contó de primera mano cómo fue la experiencia de ‘Un día en el mundo’.

Ahora son también ellos los que explican (mediante nota de prensa) qué es ‘Mapas’.

"El próximo 3 de mayo vamos a dejar 12 canciones metiditas en una cesta en la orilla del río. Un suave empujón y quedarán a merced de la corriente, dejándonos un vacío que gira hasta convertirse en una vorágine dentro de nosotros. El pobre recipiente de mimbre va a ser zarandeado, va a zozobrar, casi a volcar. Va a ser el juguete de los remolinos, va a subir y bajar sobre las ondas mientras escucha, provenientes de la ribera, griteríos y cantos de sirena, dejando atrás casas, intersecciones, islas de ciudad, mirillas y retrovisores.

Puede parecer cruel por nuestra parte, pero es justo lo que teníamos que hacer con la criatura: abandonarla. Dejarla a su suerte porque nosotros ya no le podemos dar más. Que pertenezca a otros, que la juzguen, que la ensanchen, que la muevan de acá para allá. Y que el torrente la convierta en lo que pudo ser y en lo que nunca quiso ser, en lo que nos hace grandes o miserables. Y como queremos que apliquen su fuerza sobre ella todas las moléculas de la riada, la ponemos a disposición de los 4 vientos a través de un mecanismo que no podría tener un nombre más apropiado: “streaming”. A punto de darnos la vuelta y dejar la orilla, convencidos de haber cambiado con éxito el fuego por palabras, nos daremos cuenta que no le hemos puesto nombre. Mapas, sugiere alguien. Mapas de lo que somos, trazos de nuestras conquistas, fracasos pasados o en presente continuo, colecciones de medallas y arañazos. Mapas que nos ponen delante otro mapa sin leyenda con el que avanzar, construir, o, tan solo, entender el presente. Mapas también porque esas canciones son como planos que intentan representar una realidad inabarcable.

Igual que un mapa, solo son una tosca proyección esquemática de un territorio personal, una reducción que es imperfecta y traicionera, pero que es la última esperanza para escapar de la soledad y la incomunicación más absolutas. Mientras caminamos abandonando el cauce, intercambiaremos anécdotas sobre su nacimiento múltiple. Nos acordaremos de cómo sacó primero los pies y luego la cabeza. Primero en un recóndito lugar de Guipúzcoa, con todos nosotros empujando juntos en la misma habitación, como una parturienta que registra sus contracciones en una bobina magnética.

Luego, en Madrid, salió la cabeza y le recortamos el pelo con unas tijeritas informáticas y le limpiamos las comisuras con un pañuelo digital, haciendo de la cirugía musical un acto gloriosamente anacrónico. Justo cuando nos hayamos apartado lo suficiente como para que el rumor del agua esté a punto de desaparecer, desearemos en voz baja que, cuando el retoño llegue al final de su camino de baldosas amarillas, se acuerde de sus progenitores y nos envíe unas postales sin sellar. Para entonces ya estaremos eligiendo qué equipaje dejamos atrás y cuál cargamos en la espalda antes de iniciar el siguiente viaje… esta vez sin mapas".

3 comentarios:

Laura Rojas dijo...

No puedo ser muy objetiva tratándose de ti y de Vetusta Morla. Pero, ¿por qué hay que serlo? Al fin y al cabo, uno de los objetivos que se persigue con la escritura es remover sentimientos, y ambas (tú y esta gran banda) lo conseguís.
Sigue informándonos. Y, por favor, removiéndonos.

P.D.: Es curioso, en unas líneas que escribí anoche a mí también se me colaron ese 'retrovisor' y ese 'camino de baldosas amarillas' de los que habla la nota de prensa. El imaginario popular...

Alejandra Abad dijo...

Tendrás telepatutía con Pucho!! Así que habrá que ir a verlos.. ¿no?

david dijo...

Doy fe, por mi vida pasaron de odiados gafa pastas a imprescindibles. De momento son los únicos que han pasado esa linea y me alegro enormemente.