miércoles, 20 de agosto de 2008

Ischigualasto, el lugar donde duerme la luna.


A pesar de dormir uno sólo de cuatro días en una cama, de hacerme en total unas cincuenta horas de autobús en esos cuatro días y de tener que ducharme sólo dos de ellos, y encima en una baño sin plato de ducha y en una estación de autobús, éste ha sido un grandísimo fin de semana. Sobre todo porque me he reencontrado, por fin, con Bea, una de esas a las que tanto echo de menos aquí, y además por hacerlo en un marco... incomparable? no, topicazos fuera, un marco que no me esperaba y me ha sorprendido mucho y para bien.

Ha sido en las provincias de Mendoza y San Juan -oeste argentino-, concretamente en el desierto del Talampaya y en el llamado Valle de la Luna (Ischigualasto).


Este valle, que tuvimos la suerte de ver tanto por la mañana como por la noche, es efectivamente un paisaje lunar -si es que alguien sabe cómo es la luna- gracias a las capas de sedimentos que durante millones de años se han ido acumulando unas sobre otras, con predominio del color gris sobre todos los demás pero acompañado de enormes paredes rojas dignas, por lo menos, de marte. En este lugar estuvimos compañadas por un guía con voz de pito que se empeñaba en que nos imaginaramos a los dinosaurios paseando y nos animaba, literalmente, a compartir con él el "placer de saborear los sedimentos de millones de años", una forma muy poética de suavizar el hecho de que todo, incluida tu boca, esté llena de un polvo tan fino que aún ahora después de una larga ducha en casa no consigo quitarme de encima.


El Valle de la Luna me gustó de día pero por la noche fue un auténtico espectáculo del que, además, pudimos disfrutar andando en vez de en la camioneta de guiris con reggeton a todo trapo que nos llevaba por la mañana



Dicen los autóctonos que éste es el lugar donde todas las mañanas se acuesta la luna para descansar y dejar trabajar a Lorenzo, y me lo creo. La noche del domingo Catalina se puso espléndida, henchida de orgullo como para iluminar bien y enseñarnos su camita. Durante un par de horas -las horas de las brujas de hecho- recorrimos el parque sin necesidad de linternas ni faroles porque había luz suficiente casi para leer. Ibamos todos medio hipnotizados y no sabíamos muy bien si mirar la preciosa luna, estudiar las constelaciones del hemisferio austral o ver las mismas extrañas formaciones rocosas de por la mañana con esa luz plateada que hacía que parecieran fantasmas de fantasía. Yo, particularmente, me ocupaba además -como una niña pequeña con zapatos nuevos- de sacar todo el partido a mi flamante cámara de fotos nueva y hacer fotos de noche en las que pareciera casi de día.



Retrocediendo en el tiempo, entre la mañana y la noche en el Valle de la Luna pasamos la tarde en el Parque Nacional del Talampaya, otro regalo de la naturaleza que no me esperaba que me impresionara tanto. Es una especie de Cañón del Colorado, pero colorado de verdad, que recorrimos por dentro y con un color tan intenso que ni siquiera mi flamante cámara de fotos nueva fue capaz de captar.



También formado con miles y finísimas capas de sedimentos de años y años y años y años..., el Talampaya tiene unas paredes altísimas que parecen cortadas a cuchillo, de una arena arcillosa, rojiza, que atrapa la vista y embota la mente de tan bonito que es recortado contra el cielo azulísimo de los Andes. Esta vez el guía ni tenía voz de pito ni era tan poético como el de la mañana pero sí más aventurero, y nos llevó por dentro de las formaciones que parecía que éramos auténticas exploradoras del corazón del mundo mundial -por lo rojo más que nada-.




Podeis ver más fotos en el álbum web de Picasa -y también las de Iguazú-.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo niñas q envidia me dais!!! yo tambien quiero estar alli.

Ya no nos queda nada

Pillary dijo...

Qué guay! El Talampaya es lo que me quedó por ver de Argentina. Detecto en tu tono cierto aire de señorita burguesa acostubrada al piso dinámico eh! Qué es eso de ducharse? Que el agua y el jabón es malo para la piel, te lo he dicho mil veces! Tienes internet o qué cuyons? Nunca te veo! Internéééééééé. Comunicáte boluda!

Anónimo dijo...

¡qué bonito! y nos lo perdimos, vaya año que llevas de conocer sitios bonitos, ¿seguimos incomunicadas? escríbeme que te hecho de menos

mum

Anónimo dijo...

Me recuerda un poco al desierto de Atacama, en Chile, donde estuve con un colega. Además allí también hay un Valle de la Luna... son preciosos estos sitios. Un beso