Tengo la cara como una plaza de toros gracias a mi ex-muela del juicio, que ahora, supongo, descansa por fin en la basura. No puedo mover la boca con facilidad y me duele reirme por eso mismo. Tampoco masticar cosas duras, por supuesto, ni beber nada muy frío o muy caliente.
Pero además me duele la garganta, estoy en ese momento en el que sé que me voy a poner mucho peor pero ya no puedo hacer nada para evitarlo. Me duele el dedo porque ayer me hice un corte pelando una cebolla, en ese punto del dedo índice que, sin saberlo, utilizamos para toda actividad cotidiana, para lo más nimio, cuando duele es cuando se da cuenta uno.
Aparte de la nariz taponada y ya irritada a pesar de utilizar kleenex ultra-suaves, ahora me duele también la tripa, puede que sea por las tres pastillas o alguno de los dos líquidos medicinales que ingiero con cada comida.
Y aún hay más, la semana que viene me quitan otra muela del juicio, me espera una endodoncia y un tratamiento hormonal antes de irme...., y la gripe que siento apoderándose de mi débil cuerpo sin poder evitarlo.
Estoy hecha un asquito la verdad, pero el ánimo no me abandona. Esta noche pondré en práctica el mejor remedio, recetado por la doctora Moril y famoso en el mundo entero por su gran eficacia contra catarros crónicos y dolores molestos: una noche de juerga. Que no falten las copas, ni el baile ni las risas porque si no no hace efecto, y debe aplicarse al menos durante tres o cuatro horas seguidas. Mañana estaré fresca como una lechuga, y si no es así, volveré a luchar contra las bacterias invasoras a base de ron.
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