domingo, 18 de mayo de 2008

El arte de echarle morro


Siempre he tenido mucho morro en general, la verdad, de hecho una de mis frases más célebres, muchos lo sabéis, es aquella de "ya que estás de pie..., traéme eso porfiii". No es algo de lo que enorgullecerse precisamente, aunque oye, me ha ayudado mucho en mi vagancia, pero más allá de eso hoy día me hace ser mejor periodista. O, al menos, ser una periodista con mucho morro que le saca partido a su profesión.
Hoy, por ejemplo, se celebraba en Buenos Aires un macrofestival que a mi me ha tocado cubrir. Pues nada, allí llego yo, me introduzco en la muchedumbre, y nada, que no encuentro la carpa de prensa, no hay manera... Resulta que hay una especie de pasillo vallado en medio de toda la gente, vacío de gente, sólo seguratas, un oasis dentro de la masa humana. Les pregunto dónde está el sector de prensa y vaya, justo al otro lado de ese pasillo vacío al que yo no puedo entrar. Cara de pena y miedo: "¿Pero cómo voy a cruzar hasta allí con toda la gente que hay...?" Se han debido creer mi cara de "si yo nunca he estado en un concierto con tanta gente, me da miedo, no sé manejarme..." y al final dos gorilas me han levantado en vilo desde el otro lado de la valla y me han metido en el pasillo para que pudiera llegar cómodamente y sin rozarme con la plebe a mi destino. Los testigos, confieso, me miraban con odio.
Buenos pues la "carpa" de prensa estaba al lado de la VIP, una crueldad, teniendo en cuenta que no podíamos pasar allí claro. Pero el acento español aquí también abre muchas puertas. "Mira, como comprenderás, no puedo escribir un reportaje serio -que en realidad no voy a escribir pero tengo hambre...- sin entrar en la zona VIP, porque tu y yo sabemos que lo importante se cuece aquí, déjame pasar cinco minutillos anda..." Los seguratas siempre han sido un gran público para mi discurso de "es que TENGO que entrar", y aquí si añades un "tío" con acento madrileño se te abren muchas puertas. Y varias veces, he de decirlo. Asique mis compañeros periodistas me miraban también con odio mientras comían los asqueroso sandwiches envasados de jamón y queso que teníamos en prensa y mi fotógrafo y yo nos relamíamos con los canapés de salmón que había robado de la sala VIP. Y hay que estar atento a los detalles, si al salir le llevas uno de esos canapés al gorila que te ha dejado pasar, cuando tengas más hambre te va a volver a dejar entrar...
Pero ojo, uno debe ser cuidadoso con la presa del chantaje porque las técnicas no siempre son las mismas. Si bien los hombres en general - y más los seguratas-encefalograma plano, son mi especialidad- son accesibles a través de una amplia sonrisa y cara de vulnerabilidad (un buen escote, aún así, siempre es efectivo), a veces hay que hacerse la sabidilla y exigir más que rogar.
La semana pasada fui a una conferencia de prensa de Ismael Serrano, que va a dar unos cuantos conciertos aquí en Buenos Aires a los que yo, por supuesto quiero ir, y gratis. Pues a la encargada de prensa, con toda mi cara, como si fuera yo la Agencia Efe en persona, o más, le regañé porque no había enviado el disco a la agencia. Tardó cosa de un minuto en traérmelo. "Y claro, necesitamos entradas, dos, porque vamos a hacer texto y video, y si puede ser que no sea en fin de semana que va demasiada gente". Pues eso, mi amiga María y yo nos vamos en junio a ver a Ismael Serrano por la patilla.
También más o menos con este método he conseguido ya un montón de libros que no me correspondían exactamente, he metido a mi hermana a ver a Viggo Mortensen (aunque luego no vino), he llevado a David a conocer a Francis Ford Coppola, entrevisté a Calamaro -porque la agencia no pedía la entrevista, pero yo quería conocerle!-, metí a María en la entrevista con Marcos Ana, y muchos otros logros que no recuerdo.
Me queda la epsinita clavada de un segurata duro de mollera que no me dejó refugiarme de la lluvia en un concierto en las Ventas en el que, por cierto, colé a Silvana. Qué tío, mira que le dimos la lata y desplegamos todos nuestros encantos, y no sólo no nos dejó entrar a la zona VIP sino que pretendía quedar con nosotras después del concierto! No quedamos con él pero, por supuesto, acabamos resguardándonos del agua en la zona VIP.

3 comentarios:

MaríaT dijo...

Ea ea... En eso de echarle morro creo que también me estoy volviendo especialista, jejeje, aunque a menor escala porque Uruguay no deja de ser un país con la misma población que algún barrio de Bs As y hay que adaptarse a las circunstancias, ¿no?
Por cierto, Isma toca aquí el 3 de junio y entrada asegurada ya tengo pero a ver si me pasas algún contacto para coordinar una entrevistilla de este lado del Plata ;-)
Besotes y arribaaaaaaaaaaaa

Pillary dijo...

es q la ale es mucha ale!y además compartiendo su sabiduría di que sí, que yo tb he aprendido a echarle cara gracias a ti. mándame casos prácticos por email en plan curso a distancia del ccc, q no se me puede olvidar nunca! :)
se te echa de menos al otro lado del charco. besos!

Anónimo dijo...

por eso de pequeñita te llamaban amorrortu morral, cuando te quedabas sentada en el borde del camino y te negabas a seguir andando, hasta que un alma caritativa te llevaba a hombros (generalmente carlos), de algo tenía que servir