Debemos quitarnos la venda de los ojos y asumir, pese a quien pese, que el ser humano puede llegar a ser tan malo como bueno. Si admiramos y reconocemos la bondad de la Madre Teresa de Calcuta, por poner un ejemplo, no nos queda más remedio que aceptar que la misma pasión que volcaba ella sobra los demás para hacer el bien la puede blandir cualquier otra persona para ejercer el mal sobre sus congéneres. Y eso no es una enfermedad mental. El equilibrio entre el bien y el mal ha sido objeto de debates desde hace siglos y parece mentira que aún no queramos creer en la verdadera naturaleza humana. El ser humano puede ser tan despreciable como adorable. Cada uno de nosotros puede ser un hada madrina o un ogro, o las dos cosas, dependiendo de con quién nos crucemos.
Asique esta moda de tildar de enfermo mental a todo aquel que ejerce el mal para no hacernos cargo de el miedo que nos damos a nosotros mismos no sólo hace daño a los verdaderos enfermos mentales y ensucia su imagen si no que nos hace daño a todos. Es como el niño que no se atreve a mirar debajo de la cama para no ver al monstruo...
Pensar que un comportamiento escandaloso, chirriante, que se aleje de los comunmente establecido como "bueno", es producto de un desajuste biológico que produce una enfermedad que no hemos podido evitar nos ayuda a girar la cara y no aceptar la maldad en la sociedad que habitamos. Tendemos a pensar "No puede ser, nadie puede ser tan malo, algo le tiene que haber pasado, se le han cruzado los cables", porque es difícil pensar "Éste no ha sabido controlar su lado más chungo, cómo se ha pasado el tío, si es que mira que somos perversos...".
Pero sí, señores, ¿cuantos ejemplos de maldad necesita el mundo para que nos demos cuenta de cómo somos realemente? Pensemos en lo que se ha hecho durante siglos, desde quemar a personas en la hoguera, deshollarlas vivas, gasearlas, torturarlas, aplastarlas, ahogarlas... No demostraron demasiada empatía quienes hacían estas y muchas otras cosas... Desde el hombre que golpea a su mujer en casa porque se siente superior a ella hasta los funcionarios de la dictadura argentina que lanzaban a jóvenes drogados al mar atados a piedras para que no sobrevivieran..., pasando por los campos de exterminio nazi, las matanzas entre tribus africanas, Hiroshima y Nagasaki, limpiezas étnicas, genocidios, torturas, palizas, crueles asesinatos y violaciones que se producen a lo largo del mundo desde que éste es mundo. Tendemos a llamarlos "actos inhumanos" pero estamos confundidos: no son propios de una sociedad enferma, son actos puramente humanos, porque el ser humano tiene una capacidad ilimitada de maldad.
Lo que le pasa al bautizado "monstruo de Amstetten" es que es una persona tremendamente malvada, que encuentra placer haciendo sufrir a sus hijos-nietos y violando a su propia hija. Es así de duro y es un grave error creer que "algo le tiene que pasar a alguien para que actúe así". No. Está en sus cabales, y durante los 24 años que ha durado el encierro de su hija y de su prole era perfectamente consciente de lo que estaba haciendo. De hecho, incluso, el hombre es muy inteligente, ¿quien sino aguantaría tanto tiempo ocultando prisioneros en el sótano de su casa sin levantar sosprechas?.
El presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, Alberto Fernández Liria, ofrece una descorazonadora respuesta a la pregunta ¿qué le pasa a este hombre? "No hay enfermedad que atribuir a un comportamiento así". No hay ninguna patología que interfiera en la perversa mentalidad de este hombre ni que le empuje a pegar y violar sistemáticamente a su hija, a tenerla encerrada durante 24 años en un sótano inmundo, a engendrarle siete y hijos y dejar que tres de ellos vivan aislados del mundo en ese zulo miserable, a quemar en la caldera a un bebé que era su hijo y también su nieto... No pretendamos justificar esta actitud malvada, nociva, perversa, depravada, demoníaca, maligna, execrable, maléfica, vil... Me quedo sin adejtivos pero aún me he quedado corta.
Que el ejemplo de este monstruo, un engendro de la sociedad, una persona despreciable y odiosa que ha causado un daño irreparable pero que no está enferma ni desviada, sirva para darnos cuenta de lo que somos o lo que podemos llegar a ser. Siempre he dicho que no creo en el género humano habiendo visto lo que ha sido capaz de hacer a lo largo de la Historia y la última noticia-estrella, la más morbosa y atractiva desde Madelaine, no hace más que confirmar mi teoría. Cuidémonos de nosotros mismos y no seamos tan ingenuos de pensar que el mal es una enfermedad: el mal forma parte de nosotros, no podemos confiar en la humanidad para salvar el mundo.
3 comentarios:
Un ejemplo mas, si no me fallan las fuentes, una mujer hace tiempo se propuso llegar hasta la india en autostop para demostrar la bondad humana. Acabó: robada, violada y asesinada. Que tristeza de mundo...
la verdad un texto sincero y escalofriante a la vez!
besos muchachas,
marie
hay mucho hijo putra suelto
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