miércoles, 23 de enero de 2008

Nuestro corralito

Esta semana ha estado marcada por el estrés y la frustración monetaria para las becarias-pardillas de Efe Buenos Aires. Debíamos haberlo pensado antes pero la verdad que a mí ni se me pasó por la cabeza. No sólo nos resulta problemático ser de un banco extranjero, lo cual prácticamente impide, por ejemplo, hacer transferencias para pagar nuestras deudas, sino que además las medidas de seguridad argentinas nos perjudican gravemente.
Aquí hay un límite diario para sacar dinero del cajero que para nosotras, al cambio, es de 43 euros -si nuestras tarjetas fueran de crédito y no de débito todo sería mucho más fácil-. Asique, teníamos que pagar no sólo a nuestra casera sino a la intermediaria y no podíamos hacerles una transferencia ni tampoco sacar más de 80 euros al día entre las dos, lo cual resulta una ridiculez comparado con la cifra total que les debemos... Y encima la pobre Pilar, en medio del estrés, que ya nos veíamos de cartoneras en la calle otra vez o pididendo asilo inmobiliario en la embajada, pierde su tarjeta. El pánico llegó a invadirnos en algunos momentos pero gracias a Dios los padres salvadores no defraudan y Western Union funciona bien. Uf!, algo hemos conseguido arreglar y por el momento estamos más relajadas, aunque todavía tenemos dedudas... Realmente resultaba frustrante ver por internet tu flamante cuenta bancaria con tus euritos y no poder acceder a ellos desde aquí de ningún modo...


Tras haber pasado por este pequeño apuro económico, y salvando las distancias, no quiero ni pensar en lo que tuvo que ser para los argentinos la crisis del 2001 y el posterior corralito. De un día para otro la gente no podía acceder a sus ahorros en los bancos, literalmente no te daban el dinero. La gente se echó a la calle, hubo más de treinta muertos en disturbios -la mayoría provocados por la polícía y el Gobierno-, y en menos de diez días hubo cinco presidentes distintos. La equiparación 1 peso/1 dólar que estableció Ménem no les salió rentable a los argentinos, en especial a los menos favorecidos económicamente, que al final son los que más pierden siempre. El recuerdo de la crisis sigue muy vivo aquí, todo el mundo tiene alguien que tuvo que exiliarse y todos perdieron algo. Algunos de hecho perdieron todo lo que tenían.

Estoy aprendiendo mucho de economía, tema en el que estaba totalmente pez. De momento controlo la cotización del dólar, del euro y del peso argentino, al día; ver para creer...




Curiosidades porteñas: todo el mundo en esta ciudad tiene algún tatuaje, y la mayoría tiene varios y muy grandes, es de lo más normal (si reúno valor me hago uno), y en el cine jutno con las palomitas y la coca-cola te venden café de todas las variedades.


Además, y esto es de lo que más me ha llamado la atención, aquí la mayoría de la gente se quedó en 2004 con la idea de que los atentados del 11-M en Madrid fueron de ETA, nadie sabía nada del terrorismo islámico en España... ¿Qué fuerte eh?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No confiarse con el dinero, que en vez de multiplicarse y crecer disminuye a marchas forzadas como ya te estás dando cuenta, lo mismo terminas siendo ahorradora

+Miguel Vinuesa+ dijo...

jejeje, bien dicho, pero donde esté Güestern Union...

¿seguimos sin probar el dulce de leche?

Anónimo dijo...

Otra cosa de los cines porteños es que no hay que soportar a una panda de niñatos (y no tanto) hablando por el móvil durante la película...
Y que las películas se ven en idioma original para que pueda disfrutarse del tono y las palabras que usó el actor.