Nueve horas y media me he tirado en el p*@**etero aeropuerto y me he tenido que volver a casa con las manos vacías y una vaga promesa de posible avión a las ocho de la tarde. Los de las manos vacías es un decir porque toda la aventura me la he tragado cargando con mi maleta, mi abrigo, la cámara de vídeo, el trípode y el ordenador portátil de Efe..., que parecía yo un arbolito de navidad patrocinado por marcas de teconología. Aeropuerto parriba aeropuerto pabajo cargando con todos los bultos que no se ni como no me he dejado ninguno en alguna de las tres cafeterías, en algún mostrados, en las oficinas de Aerolíneas, en alguno de los muchos rincones en los que me he tenido que tirar en el suelo, en algún baño... Nueve horas dan para mucho. O para nada. Hoy siento que me han robado un día de mi vida (un sábado encima) por la suma de incompetencias de unos cuantos y no me hace demasiada gracia.
Asique sin mucho ánimo vuelvo a cargar todos los bártulos y me voy en diez minutos de nuevo al aeropuerto a esperar, preguntar, escudriñar los paneles de salias de vuelos e intentar colarme en el único que queda hoy para Tucumán, que, para más inri, a una hora de la hora "estimada" de salida aún no se sabe si sale o no sale.
No sé si algún día conseguiré llegar a Tucumán pero sin conocerlo le tengo ya una manía....
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