domingo, 29 de junio de 2008

El infierno era esto

Doce de la noche y acabo de llegar a casa, después de pasarme otras cuatro horitas en el aeropuerto sin poder volar. Se han cancelado casi todos los vuelos y aquello era un auténtico infierno. Miles de personas merodeando, cada uno con su drama, aferrado a sus teléfonos moviles. "No me esperen, no sé cuándo llegaré", "Cancela la reunión, no hay vuelos", "Nena no llego a tu cumple pero te prometo que llevo un lindo regalo", "Boludo creo que no voy a poder estar en tu boda, es imposible volar hoy y mañana no sé cuándo podré salir"... Para las compañías aéreas éramos un montón de gente cabrada y cargada de maletas, haciendo cola para protestar. Pero en realidad lo que pululaba hoy por Aeroparque, todos como hormiguitas de un lado para otro, eran historias humanas frustradas. Vacaciones aguadas, trabajos sin realizarse, conexiones de vuelos perdidas... Como podíamos pedíamos información a cualquiera que pasara por allí con una corbata y sin maletas, aguantabamos las colas de horas -y no exagero-, nos movíamos de una a otra como pelotas de ping pong cuando, al llegar al mostrador tras una larga espera, nos decían que eso lo llevaba otro departamento. La niebla y la noche se cernían sobre la ciudad y allí nadie daba soluciones, de hecho el trato del personal de Aerolíneas Argentinas dejaba bastante que desear. La mayor de las colas, por cierto, era la que salía se sus oficinas de reclamaciones.

Hombres desesperados, mujers angustiadas, niños agotados dormidos sobre las maletas, bebés que no dejan de llorar tras diez horas esperando en los brazos de sus pacientes padres para volar. Y la gente se iba hoy de Aeroparque sin hotel -porque el cupo destinado a los clientes de Aerolíneas se ha completado antes de que entrara a reclamar un tercio de los pasajeros- , sin saber cuándo podrán volar a sus destinos, con un amargo sabor de boca y la desazón de haber perdido todo el día tramitando "demoras", reprogramaciones de vuelos, retrasos, cancelaciones... Mi caso aún era afortunado proque ahora mismo estoy en mi casa, recién cenada y duchada, y podré dormir en mi cama hasta que mañana tenga que volver al aeropuerto. Pero la mayoría de la gente, después de todo el día deambulando por allí, tenía que irse hoy a la ciudad, sin conocerla quizá, a buscar un hotel que pudieran permitirse y que tuviera lugar, o quedarse a dormir sobre las frías y desagradables baldosas del aeropuerto.

Yo hoy he llegado a tener cuatro billetes de cuatro vuelos distintos y no he podido ni embarcar. Pero ha habido gente que hasta dos veces se ha montado en el avión y antes de despegar los han vuelto a bajar y se han quedado en tierra. Y lo peor es la incertidumbre, porque aún no sé si podré despegar mañana ni a qué hora, de modo que todo apunta a que malgastaré otro día de mi valiosa vida frente a los mostradores de Aerolíneas, colgada de los monitores que anuncian los vuelos, con mi maleta a cuestas y el portátil, la cámara y el trípode al hombro. Esto ha supuesto que tras las quince horas que me he tirado allí, la mayoría haciendo cola, mi espalda grite hoy y sea la peor afectada por la niebla y la incompetencia. Porque el problema, por lo visto, en este aeropuerto es que carece del radar adecuado para volar con niebla. No sé exactamente como funciona la navegación aerea pero en casa nos hemos echado unas risas imaginandonos a los controladores aéreos trabajando sin radar, a ojo, con los prismáticos. "A ver, el de LAN, enderezaaaa!!!! un poco a la derecha que está entrando el de Aerolíoneas, Pepe gira a la derecha que te estampas con la torre de controoool!!!". Sería una escena realmente cómica, y ya de Argentina poco me sorprende.

La foto de este post no me he atrevido a hacerla, por ternura, por respeto, pero es para esos pobres niños de 2,4,6 años que han pasado muchas horas en el aeropuerto con unos padres nerviosos y malhumorados, que se acurrucaban como podían en los carros de las maletas o que intentaban descansar y entender algo encaramados a los brazos de sus progenitores.

Quince horas me he pasado allí, quince horas de mi vida en las que me habría dado tiempo a irme a Madrid; a ver 30 capítulos de Friends; a dar 15 clases de cosas interesantes; a dar 15 paseos por lugares preciosos; a cenar, irme de fiesta, desayunar y acostarme; a trabajar casi tres turnos; a irme a una barbacoa, echarme la siesta e irme al cine; a dormir a pierna suelta; a leerme el último libro de Ken Follet; a mantener varias conversaciones enriquecedoras; a reirme a carcajadas hasta morir de agujetas en el abdomen; a disfrutar un día completo en la cama; a... Pero solo he tenido tiempo para enfadarme, renegar, aburrirme, conocer historias tristes o enrabietadas, pelearme, frustrarme, resignarme, y morir de sueño. Espero que mañana no bata récord de horas allí ni tenga que irme, finalmente, casi otras 15 horas en autobús hasta Tucumán.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

joder pequeña... cuanto lo siento. Espero que mañana te den el primero que salga y te olvides de todo lo antes posible. No te digo que reclames porque me fio de ti. Besotes

MaríaT dijo...

¡Jolin nena! ¡¡Ánimos y mas ánimos!! Porque me parece a mí que lo de la suerte en estos casos no cuenta mucho.
Espero que el próximo post sea desde Tucumán o a la vuelta.
Besooos

Gonzalo Fuentes dijo...

Una situación dramática, sin duda, pero vaya pedazo d texto q te ha salido... Si es q está claro q los conflictos de la vida son los q mueven y despiertan el arte!!

Anónimo dijo...

Y claro...Aerolíneas Argentinas...empresa española...